Muere a los 78 años
Adiós a Marisa Paredes, gran diva del cine y el teatro español
Además de con Almodóvar, demostró su talento en filmes de Agustí Villaronga, Guillermo del Toro, Alain Tanner o Roberto Benigni

Sara Fernández
Quim Casas
Fallecida hoy a los 78 años, Marisa Paredes ha sido una de las grandes divas del cine español. Y no solo de nuestra cinematografía, ya que a partir de los años 80 adquirió una gran proyección internacional trabajando con cineastas como Raúl Ruiz, Manoel de Oliveira, Arturo Ripstein, Alain Tanner, Amos Gitai y Roberto Benigni, para quien interpretó un papel en la exitosa ‘La vida es bella’. Es evidente que una de las parcelas más importantes de su filmografía está asociada a Pedro Almodóvar. La colaboración dejó algunas de sus mejores interpretaciones en varios de los más importantes filmes de Almodóvar: la monja llamada Sor Estiércol en ‘Entre tinieblas’, la veterana cantante Becky del Páramo en ‘Tacones lejanos’, la autora de novelas románticas de ‘La flor de mi secreto’ y, sobre todo, la actriz teatral de ‘Todo sobre mi madre’, uno de sus trabajos más elegantes a la vez que dramáticos, además de papeles más secundarios o apariciones amistosas en ‘La piel que habito’ y ‘Hable con ella’.
Pero hay otros mundos, y muy amplios, más allá de la relación con Almodóvar. Nacida en Madrid, ciudad en la que ha fallecido, en 1946, hizo pequeñas apariciones a lo largo de la década de los 60 en filmes como ‘Gritos en la noche’ de Jesús Franco, el oscuro melodrama de Fernando Fernán Gómez ‘El mundo sigue’, ‘Los salvajes del Puente de San Gil’ de Antoni Ribas y ‘Los chicos con las chicas’, comedia musical con el grupo Los Bravos, en la que encarnó, sin acreditar, a la madre de Mike Kennedy. En los 70 empezó a trabajar en teatro, su otra gran pasión, y a protagonizar dramáticos televisivos. De su relación en aquellos años con el director Antonio Isasi, con quien trabajó en ‘El perro’, nacería su única hija, la también actriz María Isasi.
Fue también importante en el cine español de la Transición con sus cometidos en títulos como ‘Ópera prima’ de Fernando Trueba o ‘Las bicicletas son para el verano’ de Jaime Chávarri. Desde 1983 vivía con Chema Prado, otra figura capital de la modernidad de aquellos años y posterior director de la Filmoteca Española. Trabajó tardíamente con Iván Zulueta, en el filme para televisión ‘Párpados’. No desaprovechó la oportunidad de estar en películas de José Luis Borau (‘Tata mía’) o Guillermo del Toro (‘El espinazo del diablo’), pero una de sus interpretaciones más plenas fue a las órdenes de un entonces debutante Agustí Villaronga en la malsana ‘Tras el cristal’. Siempre estuvo a disposición de los nuevos talentos y cineastas independientes, acorde con su mentalidad abierta y curiosa.
Fue presidenta de la Academia del cine español de 2000 a 2003. El Goya se le negó hasta que recibió el Premio de Honor en 2018. En 1996 había obtenido el Premio Nacional de Cinematografía. Una presencia incuestionable para el cine y la cultura española.
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