Arte

Arte para participar en común

Dos hijos de Alejandro Mieres completan con una donación el fondo del Museo Jovellanos

"Sin título (rojo)", de 1984.

"Sin título (rojo)", de 1984. / .

Luis Feás Costilla

Luis Feás Costilla

Si algo se está haciendo bien en el Museo Casa Natal de Jovellanos es que tienen muy claro cuál es su misión principal: preservar el patrimonio de Gijón e incrementarlo mediante compras, legados y donaciones hasta lograr un importante fondo relativo a los artistas locales y asturianos. Existe incluso un programa centrado en la recuperación y estudio de la documentación generada por estos artistas, un archivo iniciado en 1990 que, con material bibliográfico, documental, gráfico y museográfico, está en parte volcado en la red.

Cada poco se enriquece con nuevas aportaciones. La más reciente son las veintidós obras del pintor Alejandro Mieres (Astudillo, Palencia, 1927-Gijón, 2018) que han donado dos de sus hijos, Juan y Marina Mieres Velilla, y que ahora se muestran en una exposición. El museo ya contaba con algunas obras destacadas del artista, si bien esta donación se suma a ese fondo ofreciendo una visión más completa de su carrera, con cuadros iniciales de 1959 en los que, ya abstracto, comenzaba a trabajar en sus líneas sinuosas, u otros como "Sin título (rojo)", fechado en 1984, o "Paisaje africano", de 1992, protagonizado por una inquietante calavera.

Por otra parte, también se incluyen una escultura-pintura exenta y un altorrelieve en bulto, ejemplos del trabajo del artista en tres dimensiones, y la donación se completa con la incorporación de siete tintas fundamentales para completar la colección, al ser una técnica que Alejandro Mieres desarrolló a partir de 1960 y a la que fue fiel a lo largo de toda su carrera.

El pintor palentino se establecería definitivamente en Gijón en esa fecha, al obtener plaza de catedrático de dibujo en el Instituto Jovellanos, desde donde se convertiría en un pionero militante de la abstracción en Asturias, en cuya defensa se enzarzaría en valiosas disputas públicas con los sectores más conservadores que ya son parte de la historia del arte a este lado de la Cordillera Cantábrica.

ALEJANDRO MIERES   Paisaje africano, 1992   6131

"Paisaje africano" (1992). / .

Aunque siempre se ha venido vinculando su obra a las corrientes más frías del arte abstracto, ligadas a lo constructivo y a lo geométrico, en realidad su trabajo se parecía más a la labor del agrimensor, que establece lindes y delimita territorios, en cuadros que eran un canto hesiódico a la madre tierra, a los trabajos y a los días, toda vez que la luz que cambia con la jornada también formaba parte final de la obra.

En su pintura de purísimo colorido, que iba desde el tierra pardo hasta los rojos o verdes más luminosos, siempre fueron constantes las referencias geodésicas a la naturaleza, y por eso no es de extrañar que, en algunas de sus últimas exposiciones, el artista afincado en Gijón quisiera restablecer los vínculos que, a su modo de ver, unían su oficio con el entorno ecológico, del que extraía los elementos necesarios para la creación de una obra de arte.

"Hacer como hace la naturaleza" era la máxima del pintor, educador y poeta, que invitaba "a participar en común", anhelo plenamente coherente en un artista acostumbrado a luchar por lo colectivo. Su compromiso con el arte y los artistas le llevó a ser parte de los grupos Astur 71 y Arte en Asturias y fundador y primer presidente de la Asociación de las Artes Visuales de Asturias. En 2016 recibía de manos del presidente del Principado la Medalla de Asturias, que él mismo había diseñado treinta años antes.

Con motivo de ese homenaje, se improvisó una exposición que no estuvo a la altura de un artista que, además de en el Museo Jovellanos, tiene obra en museos como el Reina Sofía de Madrid, el Luis González Robles de Alcalá de Henares, el Museo de Arte Contemporáneo de Villafamés, el de Arte Abstracto Español de Cuenca o el Museo de Bellas Artes de Asturias.

ALEJANDRO MIERES   Tinta, 1960   6137

"Tinta" (1960). / .

El reto está en conservar en condiciones ese legado, ahora que el Museo Casa Natal de Jovellanos se halla en una encrucijada en el que sus responsables no saben si la crónica falta de espacio de la que adolecen va a ser definitivamente resuelta con proyectos municipales como el de la futura Tabacalera.

Qué hacer con el trabajo acumulado por artistas de tan larga carrera también afecta a otros cuya pérdida hemos sufrido en 2024, como el veterano Rubén Darío Velázquez (Cornellana, Salas, 1934), fallecido en marzo en Móstoles (Madrid), donde residía, decano entonces del arte asturiano aunque injustamente desconocido en nuestra comunidad; o el prematuramente desaparecido Luis Suárez Lanzas (San Claudio, Oviedo, 1954), muerto de repente en septiembre cuando acudía a Gijón para seguir formándose, con mucho por decir todavía.

O incluso Jaime Luis Martín (Avilés, 1960-2024), que fue sobre todo gestor cultural y crítico de arte pero también un interesante autor dentro del campo de la poesía visual, con premios nacionales, por cuya herencia también habría que velar, en pos del interés compartido.

Alejandro Mieres. Donación Juan y Marina Mieres Velilla

Museo Casa Natal de Jovellanos, plaza de Jovellanos, s/n, Gijón. Hasta el 25 de mayo

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