La política en serio

Angela Merkel llama en sus memorias a defender la democracia, única garantía de la libertad, que no es individual, sino de todos

Angela Merkel, a la puerta de un restaurante de Milán, después de una firma de ejemplares de su libro de memorias, el pasado 11 de diciembre.

Angela Merkel, a la puerta de un restaurante de Milán, después de una firma de ejemplares de su libro de memorias, el pasado 11 de diciembre. / LAP

Óscar R. Buznego

Óscar R. Buznego

Un libro de memorias es, en algún sentido, una confesión. El autor ordena los hechos que jalonan su periplo vital, los interpreta y si acaso emite un juicio sobre su propia actuación y la del resto de los implicados. Angela Merkel confiesa que siempre le interesaron las biografías de mujeres excepcionales, en particular la de Marie Curie. Incluida por diversas razones en la reducida lista de los grandes líderes políticos del último medio siglo en el mundo, informadores y analistas han intentado una aproximación a su personalidad y a su trayectoria política. Sin embargo, según otra confesión propia, ella nunca había imaginado escribir unas memorias hasta que el 5 de septiembre de 2015 tomó la decisión de abrir las puertas de Alemania a más de un millón de refugiados sirios que, caminando durante la noche, se dirigían a pie desde Hungría a la frontera austrogermana. Con la abierta discrepancia del núcleo más conservador de su partido y la incomprensión de una parte de la sociedad alemana, tuvo la sensación de que tan dramático trance supondría un antes y un después en su etapa al frente de la cancillería. De hecho, aún se imputa a aquella decisión el despegue electoral de Alternativa por Alemania (AfD), formación de extrema derecha que amenaza la estabilidad política del país. Fue entonces cuando Merkel pensó que no debía resignarse a leer el relato firmado por otros y se propuso explicar lo sucedido, tras su retirada, en primera persona.

Angela Merkel nació en Hamburgo en 1954, en plena guerra fría. Siendo niña, se mudó con sus padres, un pastor protestante y una profesora de inglés, a Alemania Oriental, donde estudió Física y trabajó unos años en un laboratorio. También aprendió ruso, que pudo practicar en sucesivos viajes a la Unión Soviética. En la Alemania del Este residió hasta la caída del Muro, que le deparó su mayor sorpresa en la vida, el descubrimiento de la libertad. El grupo al que pertenecía, Despertar Democrático, se integró en 1990 en el partido de la democracia cristiana, y comenzó una fulgurante carrera política, en un ambiente de desconfianza y menosprecios por su triple condición de mujer, joven, y procedente de la Alemania comunista. Diez años más tarde relevó en la presidencia de la CDU a Helmut Kohl, su mentor, obligado a dimitir después de que le pidiera las cuentas del partido, acusado de recibir unas donaciones ilegales.

En el año 2005 resultó elegida canciller. Sería la primera mujer y el político de menor edad en presidir el gobierno alemán. Encadenó cuatro mandatos seguidos, tres de los cuales como jefe de una coalición con los socialdemócratas. En 2021 renunció a ser candidata de nuevo y se retiró de la política activa. Dispuesta a cumplir su propósito, ha dedicado dos años, con la ayuda de su inseparable Beate Baumann, a redactar sus memorias. Por lo demás, consume el tiempo en sus aficiones favoritas, cocinar, escuchar música clásica y practicar senderismo, como cualquier vecino.

En 24 capítulos, divididos en seis partes, Angela Merkel cuenta en orden cronológico su historia familiar y repasa los momentos y las decisiones que marcaron su itinerario político en las distintas etapas. Expone con clara intención pedagógica los asuntos más relevantes que la han ocupado en la cancillería, como la Unión Europea, la gobernanza mundial, el cambio climático, la inmigración, Ucrania y otros que están de plena actualidad. Lectura de especial provecho para los españoles es la justificación que presenta de la austeridad decretada ante la crisis de 2007. Analiza meticulosamente los problemas, razona la postura que mantuvo ante cada uno y no tiene reparo en corregirla si los argumentos, nunca por un oportunismo raso, la convencen. Por ejemplo, sobre el objetivo de lograr la igualdad entre hombres y mujeres en las posiciones de poder, acabó aceptando la necesidad de imponer por ley la paridad con el fin de acortar los plazos, medida que antes descartaba, lo que la llevó a declararse una feminista con matiz.

Los políticos aciertan y se equivocan. Es más, una misma decisión suele suscitar el apoyo de unos contra el rechazo de otros. El consenso se da raras veces. La política es cuestión de interés, ideología y opinión. Pero el liderazgo de Merkel no estriba en su porcentaje de aciertos, sino en su modo de entender y hacer la política. De convicciones firmes y trabajadora infatigable, adoptó una actitud de permanente escucha, era comprensiva con quienes discrepaban de sus planteamientos, y en la negociación se mostró flexible y pragmática, procurando sin desmayo llegar a un acuerdo. Para Merkel, la política es un ejercicio de responsabilidad con las personas y la sociedad, así que debe prevalecer sobre la economía. Por todo esto, a pesar de haber tomado decisiones tan controvertidas, disfruta del respeto general.

Política de largo recorrido, reflexiva, sobria, discreta, Merkel observa que los políticos tienden a hablar mucho y decir poco. Anima a los líderes jóvenes a ser concretos en la respuesta a las preguntas de los periodistas para así captar la atención de los ciudadanos. Les sugiere que no prometan en vano. Y convoca a defender la democracia, única garantía de la libertad, que no es individual, sino de todos. Ya jubilada, y negándose en rotundo a tratar la zozobrante política alemana, que el último domingo de febrero celebra unas elecciones cruciales para Europa, Merkel manifiesta entre líneas el deseo de erigir la política sobre un diálogo interminable, que puntualmente debe abocar de manera inexorable a una decisión. Lástima que Adolfo Suárez y Felipe González, los dos principales dirigentes de la Transición, sean precisamente los únicos presidentes españoles que no han escrito sus memorias.

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Libertad (memorias, 1954-2021)

Angela Merkel 

Traducción de Rebeca Bouvier Ballester y Christian Martí-Menzel 

RBA, 812 páginas, 26,60 euros

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