Cine
El gran demiurgo
Wim Wenders explora los aspectos más ásperos de la obra de Anselm Kiefer en su espléndido documental sobre el decisivo artista alemán

Wim Wenders, en el Festival de Cine de Barcelona, en abril de 2023. / Efe
Hay hacia el final de "Anselm", el documental que Wim Wenders ha dedicado a la obra de Anselm Kiefer, un momento revelador, de una emoción profundísima, que brilla con luz propia dentro de una película por otro lado muy contenida. Tendido en su cama de infancia, el artista escucha declamar al actor que interpreta su rol de niño en la película, Anton Wenders, sobrino nieto del cineasta. Y lo que Kiefer escucha de labios del niño que un día fue es el inicio de uno de los más soberbios poemas de la literatura del siglo veinte, "Los cántaros", de Paul Celan, un poema que arranca con dos de los versos más bellos de la lengua alemana: "An den Langen Tischen der Zeit / zechen die Krüge Gottes". Esto es: "En las largas mesas del tiempo / beben los cántaros de Dios".
Resulta tentador suponer que la aventura completa de Kiefer cabe ya en esa iluminación. Que en ella laten su monumentalidad, su audacia a la hora de aproximarse a los temas más complejos: la temporalidad, la distancia que media entre cualquier creador y sus criaturas. Pero también su confianza radical en adoptar un lenguaje (la escultura, la arquitectura, la fotografía y la pintura en su caso) capaz de enfrentar esos asuntos de hondura inclemente. Todo en Kiefer, de hecho, pivota sobre ese fulcro que es la confianza en que la obra expresa el mundo, y que, si bien el destino de cualquier artista es fracasar (el mismo Kiefer lo confiesa: él sigue sintiéndose un desterrado, un exiliado que, a sus casi ochenta años, sigue en camino porque aún no ha encontrado un lugar donde reposar), en ese fracaso permanente que es la creación reside la única posibilidad de trascendencia de la humanidad. Una humanidad que, por cierto, el artista define como el más importante mito jamás creado.
Wenders explora los aspectos más ásperos de la obra kieferiana (su compleja relación con Alemania, a raíz de su relectura del proceso de desnazificación y el incómodo silencio de la sociedad ante el periodo 1933-1945), pero atiende también a la insólita materialidad del legado de este artista, a la fisicidad inaudita que su peripecia ha creado. Así, hay momentos en la película en los que al espectador le asedia una pregunta inevitable: ¿Cómo es posible que todo esto (los zigurats como fragmentos de naves alienígenas; los lienzos mastodónticos que el artista manipula subido a grúas, sobre los que derrama plomo hervido o a los que ataca con lanzallamas; los submarinos enclaustrados en tanques de cristal; los aviones demediados que ocupan invernaderos enteros; las novias decapitadas que florecen como ejércitos de mujeres libres, de mujeres locas, de mujeres negadas por la Historia; los cuadros convertidos en guardarropas, en mapas estelares, en campos de nieve, en confluencias mesopotámicas, en pirámides de civilizaciones exhaustas) haya sido, en primer lugar, ideado por un único hombre, y cómo, después, es posible que se haya transformado en algo que posee peso, densidad, volumen? No en vano, admirar a Kiefer pasear por los escenarios de su trabajo regala al espectador un momento alquímico, de soberano pasmo.
Esta dimensión cósmica de la obra es tratada por Wenders, sin embargo, con una sutileza que merece elogio. La comunión entre la bellísima partitura de Leonard Küssner, la luz prodigiosa de la fotografía de Franz Lustig, el logos de Kiefer y las dimensiones sobrehumanas de su obra conforman un mosaico de una rara, indeleble armonía. El carácter a menudo wagneriano, siempre apoteósico de la obra de Kiefer, se vierte en un odre de una delicadeza misteriosa. Y Wenders logra, como en sus mejores momentos, los de "Alicia en las ciudades", "París, Texas" o "El cielo sobre Berlín", convertir el cine en un acontecimiento. El mundo es indecible, pero el artista se ha conjurado para atraparlo. Privilegio nuestro es asistir a ese diálogo entre el demiurgo y su creación.
Suscríbete para seguir leyendo
- Grave accidente en Milán con un avión con destino Asturias: muere succionado por el motor antes de despegar
- Habla una pasajera asturiana del avión que succionó a una persona en Milán: 'Nos dijeron que mejor no nos asomáramos a la ventana...
- El refugio asturiano de la escritora Maruja Torres al que vuelve todos los años: 'Es mi ciudad ideal, una segunda casa
- Otra casa de los horrores en Asturias: condenados por vejar y castigar de forma inhumana a sus hijos (golpes, sin comer, de rodillas en el baño...)
- El exalcalde de Ponga Cándido Vega irá a la cárcel: el Tribunal Supremo rechaza su último recurso
- El joven ahogado en el río Nalón cuando se bañaba en Oviedo pudo engancharse en una rama o sufrir una indisposición: 'Se hundió y desapareció bajo el agua
- Fallece en el río Nalón un joven cuando se bañaba en Oviedo con su padre y hermanos: 'Pensé que bromeaba, pero luego vi que no y me lancé a por él
- El relato de los viajeros del avión que succionó a un hombre en Milán, ya aterrizados en Asturias: 'Vino corriendo, pasó por debajo y sentimos una vibración muy fuerte