Islandia no es solamente paisaje

El periodista Egill Bjarnason cuenta en un ameno libro la historia de una isla que, además de ser reclamo turístico, se las ha ingeniado para estar en el centro del mundo varias veces

Erupción volcánica en Grindavík (Islandia).

Erupción volcánica en Grindavík (Islandia). / AP

M. S. Suárez Lafuente

Con un estilo sencillo y ameno, plagado de datos históricos y de anécdotas, Egill Bjarnason, periodista independiente, narra cómo una isla pequeña y escasamente habitada, se convirtió en arte y parte de acontecimientos de importancia internacional. Bjarnason quiere demostrar que Islandia es algo más que un reclamo turístico con paisajes espectaculares y auroras boreales.

Los primeros colonos bajaron de los barcos vikingos en el siglo IX y procedieron a modificar el entorno talando árboles para construir casas y barcos. La isla fue morada de escandinavos exiliados durante siglos. Fue también el paso intermedio para Groenlandia, e incluso Terranova, de aventureros y científicos incipientes hasta bien entrado el Medievo.

Los más conocidos son Erik el Rojo y su hijo Leif Erikson. Pero no menos importante es Gudrid Thorbjarnardottir, que llegó a las costas de Norteamérica y dio allí a luz, en algún momento entre 1006 y 1010, a Snorri, considerado el primer americano de origen europeo. Tales hazañas, el modo de vida, las creencias religiosas, la fauna y la flora que rodeaba a estas gentes y las condiciones climáticas fueron preservadas en las sagas, copiadas y bien custodiadas por escribanos islandeses.

Que Islandia fuera una pequeña comunidad homogénea en raza, lengua y capacidad económica permitió que la isla fuera gobernada durante siglos por una asamblea de representantes que se reunían una vez al año. Si bien "pertenecieron" sucesivamente a Noruega y a Dinamarca hasta 1918. Islandia fue asolada por hambrunas, pestes y erupciones volcánicas, y vio diezmada su escasa población varias veces a lo largo de los siglos. Pero siempre consiguió reponerse con ayuda de la Escandinavia continental.

Ya como estado independiente, Islandia pensó que la mejor manera de ser neutral era no tener ejército propio. Pero su lugar estratégico entre Europa y América del Norte la convirtieron en una pieza codiciada. Los nazis enviaron científicos a Reikiavik como avanzadilla para el futuro, pero los británicos "invadieron" pacíficamente la isla por sorpresa en 1940. Llegaron luego los estadounidenses, e Islandia cambió drásticamente.

Fue necesario construir edificios. carreteras y puentes, aumentar la pesca y multiplicar la mano de obra. Islandia pasó de ser el país más pobre de Europa a ser el más rico. Aseguró su presencia en la política occidental: medió en la ONU cuando se creó el estado de Israel, fue escenario de la entrevista entre Gorbachov y Reagan y de la larga partida de ajedrez entre Boris Spaski y Bobby Fischer, que fue en realidad una batalla más de la guerra fría. Y la NASA utiliza el espacio central del país para aclimatar a sus astronautas.

Islandia tuvo la primera presidenta elegida por sufragio universal, Vigdís Finnbogadóttir, en 1980 y la primera huelga de mujeres: el 24 de octubre de 1975 "se cancelaron todos los vuelos que salían del Aeropuerto Internacional porque las azafatas no aparecieron"; tampoco aparecieron las cajeras de tiendas y bancos, ni las recepcionistas, y los hombres tuvieron que llevar a sus hijos al colegio y hacer la cena. La huelga se ha repetido, pero ahora las mujeres abandonan ese día el trabajo en el momento en que "completan su sueldo en comparación con el de los hombres"; entre 1985 y 2018 han acortado la huelga en 55 minutos.

Pero con la mejora económica y la llegada del turismo, llegaron también las prisas, los negocios turbios y la corrupción, que llevó al país al estallido de la burbuja financiera en 2008. Islandia ya es importante.

Cómo Islandia cambió el mundo

Egill Bjarnason

Traducción de Juan Naranjo

Capitán Swing, 260 páginas 23,50 euros  

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