La Islandia más negra

Yrsa Sigurðardóttir abre con "El grito" la serie "Los casos de Freyja"

Yrsa Sigurðardóttir.

Yrsa Sigurðardóttir. / LNE

Alejandro M. Gallo

La novela negra islandesa contiene una serie de constantes que la diferencian de la novela nórdica y, por supuesto, de la continental y mediterránea. En general, sus protagonistas son herederos del investigador Martín Beck creado por la pareja Per Wahlöö (1926-1975) y Maj Sjöwal (1935-2020) y de Kurt Wallander, el detective fetiche del escritor sueco Henning Mankell (1948-2015): es decir, magníficos policías y desastres en sus vidas personales. El escenario en el que desarrollan las tramas tampoco es muy variado: el frío, las noches eternas, las pequeñas ciudades aisladas en medio de grandes bosques o enormes explanadas cubiertas de nieve e intransitables parajes donde se pierden más personas que crímenes se cometen.

Respecto a la cuestión social, los pioneros citados intentaban mostrar la farsa que se escondía detrás del escenario denominado por la socialdemocracia el "modelo sueco". Para eso, usaban la ficción criminal como un bisturí para penetrar en "el vientre de una ideología empobrecida y exponer la cuestionable moral burguesa del pseudobienestar" (Per Wahlöö).

En el caso de Islandia, es una sociedad en la que no se suelen cometer delitos, pues las armas de fuego están prohibidas, pero los suicidios son una constante y un drama social. Es una sociedad cerrada sobre sí misma, de una extensión parecida a Andalucía y con solo 387.000 habitantes, que la publicidad nos ha vendido como un paraíso, pero las denuncias constantes de los escritores de novela negra nos indican que dista mucho de ser un mundo idílico. Cuestión que nos acerca a los años sesenta y setenta del "modelo sueco" y a los escritores que lo denunciaban. Debemos añadir las estadísticas, pues es uno de los países con mayor número de suicidios, lo que indica el volumen de personas atormentadas, traumatizadas, tristes y frustradas, donde el consumo de antidepresivos se dispara año tras año. Es posible que vivir gran parte del año en oscuridad no ayude mucho.  

En ese escenario físico y cultural, la novela negra islandesa ha conocido un boom, iniciado por Arni Thorarinson con las aventuras de Einar, un periodista de investigación al que la bebida le da algún disgusto, y Arnaldur Indriöason, con su policía Erlendur Sveinsson, un veterano de 50 años que desarrolla su trabajo en Reikiavik. A estos le siguieron Viktor Arnar Ingólfsson, Árni Pórarinson y Stefan Máni que han introducido en la trama elementos fantásticos, terroríficos o de brujería de la ancestral cultura islandesa y los mezclan con el trasfondo real.

A ese grupo se ha unido Yrsa Sigurðardóttir (Reikiavik, 1963), que cultiva la novela policíaca con un estilo muy personal, presentándonos tramas originales y sorprendentes, ambientadas de manera habitual en la isla. Su personaje central durante años ha sido la abogada Þóra Guðmundsdóttir junto al también abogado alemán Matthew. Su reconocimiento mundial le llegó con "El último ritual" (2005), donde Þóra y Matthew intentan descubrir al autor y las causas del misterioso asesinato del joven Harald, lo cual los llevara a investigar la historia de la brujería en Islandia.

Esta novela, traducida a más de treinta idiomas, se convirtió en un éxito en ventas y fue el comienzo de la serie de la abogada Þóra Guðmundsdóttir, de la que ha publicado cinco obras. La segunda, "Ladrón de almas" (2006), fue finalista de los Premios Shamus.

Ahora, con "El grito", Yrsa inicia una nueva saga, la que ha denominado "Los casos de Freyja". La novela comienza con una mujer asesinada de forma macabra y sólo hay un testigo: su hija de siete años, pero ahora era incapaz de hablar. La novela comienza con la pequeña Margrét corriendo a la cama de su madre y diciéndole que en el salón hay un hombre. La niña se esconde debajo de la cama y escucha cómo el desconocido asesina a su madre. La investigación es asignada al detective Huldar, que se enfrenta a su primer caso importante tras su reciente ascenso, y tendrá que recurrir a Freyja, una perspicaz psicóloga infantil, para desbloquear la mente de la niña y obtener alguna pista, pues es la única oportunidad para descubrir al asesino. El prólogo y el primer capítulo arrancan la novela con mucha fuerza. Sin embargo, la trama se desarrolla de forma muy sosegada y la investigación va muy lenta, como si no avanzase durante casi quinientas páginas. Salva la novela el final que es rotundo y sorpresivo.

El grito

Yrsa Sigurdardóttir

Traductor: Milo Krmpotic

Ediciones Destino 528 páginas, 22 euros

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