Música

Proyección exterior

La mayor deuda pendiente del Estado con la cultura es la ayuda a la exportación

Concierto de la Filarmónica de Viena en el Auditorio de Oviedo, en 2024.

Concierto de la Filarmónica de Viena en el Auditorio de Oviedo, en 2024. / LNE

Cosme Marina

Cosme Marina

Hace unas semanas se presentó el informe "Los sectores culturales y creativos en España: análisis de su valor económico", realizado por la fundación Cotec. Lo hizo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado de cinco ministros, algo insólito y que, verdaderamente, es una noticia magnífica para un mundo como el de la cultura, habitualmente tan desasistido, en líneas generales, por la clase política. Se ha dado un primer paso; el siguiente sería la normalización de la asistencia de los representantes públicos a los eventos culturales y que esta no fuese un hecho noticioso. Son muy pocos los que acuden a conciertos, representaciones escénicas, etc., con asiduidad. Y es que la protección cultural no sólo está en habilitar un presupuesto, también lo está en la empatía y en la cercanía con el sector.

Las conclusiones del informe son rotundas y rompen esa especie de maledicencia que hace ver al ámbito cultural como un elemento que vive de subvenciones y que siempre está pidiendo más recursos públicos. Resulta que, de cada euro invertido en cultura, ésta reporta a la economía un euro y setenta y cinco céntimos. Y si hacemos comparaciones, tan odiosas a veces por clarificadoras, resulta que contribuye más al crecimiento del país que industrias como la farmacéutica, la química o la textil. Un buen ejemplo de esa pujanza lo tenemos en el turismo cultural, muy relevante y vigoroso.

Y, frente a esto, convivimos con la cruda realidad: en los Presupuestos Generales del Estado, la de Cultura es la cuarta partida más baja. O sea que mucho postureo y pocas realidades tangibles es una de las conclusiones más rotundas. En nuestra región tenemos ejemplos tangibles de los beneficios culturales en sectores diversos. Si se analizasen con seriedad las aportaciones que la música clásica y las artes escénico-musicales han tenido en el desarrollo de una ciudad como Oviedo se verían claramente los beneficios de un sector que algunos siempre están cuestionando con argumentos carentes de cualquier rango de objetividad. La cultura es una industria, pero además es un derecho ciudadano y en muchos de sus ámbitos un imprescindible protector del patrimonio. Ahí está la labor de las orquestas con el legado musical atesorado a lo largo de los siglos.

Quizá la mayor deuda pendiente es la ayuda a la exportación fuera de nuestras fronteras. Es imprescindible que nuestros artistas, nuestras formaciones orquestales, formen parte de los circuitos europeos. Esos circuitos son vertebradores de la identidad cultural del continente desde hace siglos. En la música, de hecho, el trasiego de intérpretes y agrupaciones es lo que ha propiciado un patrimonio ingente y de enorme riqueza. Nuestras formaciones deben tener un marco de ayudas estable, seguro, que genere proyectos en otros países. Ahora las hay, si bien la mayoría de ellas están mal enfocadas y no cumplen adecuadamente con su función. Esperemos que esa primera piedra que se pone sobre un informe solvente nos ayude a resolver carencias que no debieran sostenerse en el tiempo.

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