Música

Diálogo entre siglos

"Las Indias galantes", la ópera-ballet de Jean-Philippe Rameau, cobra nueva vida a ritmo de hip-hop

Un plano general de la representación.

Un plano general de la representación. / Javier del Real | Teatro Real

Cosme Marina

Cosme Marina

Hay quien todavía se sorprende de que el legado de lo que denominamos música clásica tenga raíces tan vigorosas en la contemporaneidad. El vigor de las grandes creaciones alcanza de lleno nuestro tiempo y sigue conmoviendo a sucesivas generaciones, frente a la volatilidad continua de expresiones musicales que no tienen la menor resistencia al paso del tiempo por lo endeble e insustancial de su planteamiento.

El teatro Real de Madrid acaba de dar una buena prueba de ello al programar "Las Indias galantes", la ópera-ballet de Jean-Philippe Rameau, en un trabajo conjunto de Leonardo García-Alarcón y Bintou Dembélé que ha adquirido pulso internacional y que, sin duda, tendrá aún gran recorrido por delante. Es precisamente la convivencia de la música de Rameau con la mirada de Dembélé –figura clave del hip-hop en Francia y directora artística y coreógrafa de esta producción– lo que ha propiciado un espectáculo único y arriesgado que conmueve a los espectadores de manera radical y catártica.

El concepto tiene un equilibrio magistral en cada elemento de este espectáculo fascinante

Dembélé creó en 2002 "Structure Rualité" (formada por las palabras calle –rue– y realidad –réalité–) que conecta la danza urbana con los escenarios mediante proyectos en teatros de ópera, pero también en museos o en las redes sociales. De la alianza entre Dembélé y García-Alarcón, el maestro argentino-suizo y de origen asturiano, surge un espectáculo fascinante en el que brillan con fulgor los bailarines y también la sensacional Capella Mediterránea –quizá una de las agrupaciones más interesantes de la actualidad en el campo del barroco–, el Coro de Cámara de Namur y un cuarteto solista –Julie Roset, Ana Quintans, Mathias Vidal y Andreas Wolf– en estado de gracia. Además, el concepto tiene un equilibrio magistral en cada elemento y el concepto de uso de todo el teatro –platea incluida– como escenario confiere al desarrollo de la obra un aura especial que establece una sólida vinculación con el público. El enorme éxito de la propuesta debiera mover a la reflexión sobre la necesidad imperiosa de seguir en la línea de exploración de nuevas fórmulas de enfoque del repertorio tradicional. Esto no significa que se abandonen otras más tradicionales, sino de que se propicien diferentes opciones, en fértil convivencia, que, al final, acaban siendo inclusivas y de una fortaleza que apenas admite discusión.

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