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Doble identidad

La austriaca de origen esloveno Maja Haderlap ha escrito una novela que hurga en los recuerdos familiares para retratar un mundo de frontera en Carintia, donde se entrelazan lo político y lo íntimo

Maja Haderlap.

Maja Haderlap. / Wikipedia

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

"Mujeres en la noche", de la austriaca de origen esloveno Maja Haderlap (Eisenkappel-Vellach, 1961), es una de esas novelas de la memoria tan frecuentadas por los autores centroeuropeos de este siglo todavía con un pie en el estribo del anterior. Haderlap incide con delicadeza y a la vez firme pulso narrativo en el territorio escabroso de los recuerdos familiares, la identidad femenina y los silencios generacionales. Tras su celebrado debut en 2011 con "El ángel del olvido" –publicada en castellano por Periférica al igual que esta última lo es ahora– vuelve a un escenario que le resulta familiar, el sur de Carintia, y a ese cruce de lenguas y minorías donde lo íntimo y lo político se entrelazan para cartografiar el mapa de tres generaciones de mujeres, nieta, madre y abuela. Articulada en dos partes bien diferenciadas, la primera de ellas está contada desde la perspectiva de Mira, una mujer de mediana edad que vive en Viena, profesional, alejada geográfica y emocionalmente de su origen campesino. Mira regresa a su tierra natal para preparar la mudanza de su madre, Anni, de la granja familiar a un alojamiento más adecuado. Los olvidos y las heridas no cerradas cobran presencia inesperada en ese retorno.

El foco se dirige, en la segunda parte, a la madre, quien revive fragmentos de su biografía –infancia, matrimonio, viudez, lucha por la supervivencia– y deja entrever la historia de la anterior generación, la de la abuela Agnes, mientras se pone en marcha la locomotora de los recuerdos, la representación de la dureza del territorio y una resistencia silenciosa. El uso eficaz de las dos voces permite a Haderlap desplegar de un modo comprensible y pulcro no solo un relato cronológico, también un contrapunto entre generaciones y expectativas incumplidas, las maneras de estar en el mundo de la mujer rural y la urbana, de la lengua minoritaria y la lengua oficial, del decir y el callarse.

El eje de la novela es la doble identidad. Por un lado, la pertenencia a la minoría eslovena carintia, que actúa como trasfondo histórico y cultural; por otro, el encuadre femenino, las mujeres habituadas por obligación a aguantarse y callar. Lengua, lugar, género e historia se entrecruzan a lo largo de unas páginas pródigas en potentes descripciones tanto de los paisajes como de los estados de ánimo. Dominan, sobre todo, los secretos familiares más traumáticos, las consecuencias de la migración, la explotación laboral de tantas mujeres no formadas, la lengua que se abandona o se reprime. Pero también está encarnada la resistencia de esas mujeres que trabajan, se organizan e insisten en ser ellas mismas cuando el entorno hostil les exige que sean otra cosa. La figura de las mujeres en la noche (Nachtfrauen, en el título original de la novela de Haderlap) puede entenderse como la de aquellas que trabajan de noche, literal y metafóricamente, por el tiempo que habitan en los márgenes del día y de la visibilidad, orilladas por el discurso oficial.

La narración avanza con buen ritmo, Haderlap poeta y traductora, posee una prosa líricamente contenida y muy precisa. No hay palabras de más que lamentar; su autora sabe asimismo abrir espacios para que el lector pueda penetrar en lo que se percibe entre líneas. El escenario natural resulta muy seductor: una Carintia montañosa, pueblos fronterizos, el Valle del Jauntal y esos nombres eslovenos que apenas se susurran en medio del alemán dominante. Todo ello se convierte en un material alegórico de la identidad doble de las protagonistas. Haderlap, con un estilo reflexivo y marcando cierta distancia emocional, no pretende con su historia el gran fresco épico de otros, prefiere la cotidianidad en la textura, como la de la hija que llega para hurgar en los baúles de la infancia, la madre que se resiste a abandonar el hogar y una granja que pronto dejará de serlo. Son suficientes mimbres para hacer con ellos una película neocostumbrista enfocada en el paisaje y la transformación industrial que ha amenazado a cualquier sociedad rural. Es precisamente esa esfera menor de la novela, sobria y desapegada de las emociones, la que permite una mejor comprensión de muchos de los profundos fenómenos de cambio experimentados durante el siglo pasado. Y del papel que a las mujeres les tocó vivir en ellos.

Mujeres en la noche

Maja Haderlap

Traducción de José Aníbal Campos

Periférica, 280 páginas, 21 euros

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