«Cuando empecé no pensaba que esto fuera a crecer tanto. Tuve suerte, porque me ayuda a seguir conectado con mi ciudad. Además, es muy importante para la gente. Es un sueño por el que no importan empujar». Una ciudad, Pottstown, en el Estado de Pensilvania, en la que la vida no es fácil. Una ciuda obrera influida por la cercana Filadelfia, que lidera la lista de muertos por arma de fuego en Estados Unidos.

«Mi ciudad es conocida porque allí se hacen las ruedas de los coches. En épocas de crisis, cuando se venden menos coches, vienen los tiempos difíciles», explica este jugador de baloncesto. Además, muchos niños pasan la mayor parte del tiempo solos porque sus padres están trabajando: «Los niños ven todo lo que sale en la televisión y pasa como con las noticias: les llaman más la atención las negativas que las positivas».

Brown pretende que el suyo, y el de la gente que colabora con él, sea un ejemplo de que los sueños se alcanzan, de que el camino correcto es también el más interesante. Él también tuvo sus propias frustraciones. Fue cortado por New Jersey Nets y nunca ha jugado en la NBA, después de ser un prometedor jugador universitario. Pasó de quitarle el título de mejor jugador a Kobe Bryant el año que se proclamaron campeones de instituto a tener que irse fuera de su país para lograr el éxito como jugador de baloncesto. Y lo consiguió. Logró dos ascensos a ACB, con Murcia y con CAI Zaragonza, y debutó en la máxima categoría del baloncesto español con el equipo murciano. Un camino diferente al que imaginaba, pero lleno también de satisfacciones y de éxitos.

Brown vive ahora una nueva experiencia en Oviedo. En el ocaso de su carrera se ha incorporado a un equipo humilde de LEB Plata. Y está encantado de la vida. Aquí dice haber revivido ese baloncesto familiar de su época de instituto. Además, cuenta maravillas de sus compañeros, a los que admira.

«Aquí puedes disfrutar más del baloncesto, hay menos presión. Además, nunca jugué con chicos tan majos y tan interesantes como los que tengo aquí. Lo digo en serio. Es un club familiar. No se piensa en quién mete más puntos y en quién gana más dinero». Así de encantado se encuentra Brown con su nuevo equipo.

En lo deportivo Brown no ha podido demostrar aún en Oviedo de todo lo que es capaz en una cancha de baloncesto. Es uno de los hombres importantes del equipo, pero las lesiones y las molestias físicas no le han permitido entrenar a tope y encontrarse al cien por ciento. Una vez pasadas las molestias en la espalda, ahora tiene problemas en los isquitobiales y es duda para el partido de mañana ante Prat. A Brown le gustaría disfrutar todavía algunos años del baloncesto, aunque sabe que hay un límite: «Mi mente me dice una cosa pero mi cuerpo no ayuda. Quiero competir y seguir disfrutando del juego, de estar en este equipo».

Lo que no se le agotan a Brown son los proyectos y las ganas de hacer cosas. Y en el futuro: ¿Estados Unidos o España? La respuesta es la propia de un soñador con los pies en la tierra: «¿Por qué elegir?» «En mi vida pienso en viajar. Mi mujer es de aquí y he conocido a gente de todo el mundo. Me gustaría llevar el mensaje de la Fundación (www.play2no.org) a otras partes del mundo. Creo que puedo ayudar a través del baloncesto».