Los últimos meses no han sido nada fáciles para Héctor Moro. El pasado septiembre, un gran amigo de Valladolid, José Carlos Botello, perdía a los 43 años la batalla contra el cáncer, después de tres de lucha ininterrumpida. La metástasis hizo mella en su proceso de recuperación y le apartó del lado de Héctor Moro. Fue un duro mazazo para este deportista de Pola de Laviana que aún no había conocido en primera persona los efectos de esta enfermedad. Sin embargo, apenas dos meses después, la adversidad volvió a llamar a su puerta y su padre Manuel, recibía la mala noticia de que tenía un tumor en el pulmón con apenas 56 años.

Dos mazazos muy cercanos en dos personas muy queridas, podían haber hecho que Héctor Moro dejase de luchar por ayudar en esta enfermedad, sin embargo, este lavianés de 34 años se armó de paciencia y tuvo una idea clara: aportar su grano de arena para ayudar a los enfermos de cáncer.

Así, Héctor Moro se planteó un reto: los 101 kilómetros solidarios. El objetivo es cubrir corriendo el trayecto entre Pola de Laviana y Covadonga en menos de 12 horas. «El recorrido consta de 75 kilómetros, pero he añadido los otros 26 más con la subida al Lago Ercina y la posterior bajada a la cueva», relata Héctor Moro.

Esta aventura será de carácter solidario, de ahí que Héctor Moro haya querido vender cada kilómetro a cinco euros para recaudar fondos para la investigación de la lucha contra el cáncer, mediante el IUOPA (Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias). En apenas cinco días, Héctor Moro ya ha recaudado 400 euros (o lo que es lo mismo, ya ha vendido 80 kilómetros) y ha cumplido una quinta parte del objetivo de llegar a los 2.000 euros. Un ritmo muy alto, ya que la marcha no la llevará a cabo hasta el próximo 3 de junio. De ahí que ante la demanda, este lavianés haya abierto una cuenta (0075 0802 12 0700945894, en el Banco Popular) para los interesados que quieran aportar su grano de arena. «Es increíble el cariño de la gente. Pensé en cubrir los 101 kilómetros solidarios con las aportaciones de los vecinos, pero ya me han llegado infinitud de solicitudes de gente que no conozco y de otros puntos de la región y del país. Por eso me he visto en la obligación de habilitar un kilómetro cero y una cuenta para los que quieran dar su aportación, ya que esto tiene muy buena pinta y voy a superar con creces todos los objetivos marcados», recalca con una sonrisa.

Y es que esta aventura está teniendo una repercusión inimaginable con apenas una semana de vida. «Se me está yendo un poco de las manos todo esto. No pensaba en tener tanto apoyo. Además, estoy recibiendo un gran apoyo de mi entorno y más de uno me acompañará en esta aventura corriendo, aunque sea al menos durante algún kilómetro», recalca.

Una aventura en la lucha contra el cáncer que va sumando adeptos y que hace que Héctor Moro no se encuentra solo. «Yo pongo la iniciativa, pero si la gente no se involucra esto no tendría sentido. Me gusta que me acompañen porque tampoco quiero quedar yo como el guapo de la película. Me gustaría que esta marcha solidaria fuese una cosa de todos», analiza.

La vida de Héctor Moro siempre ha estado ligada al deporte, aunque en este último periodo lo afrontó con otra perspectiva: «Desde hace dos años decidí enfocar el deporte desde otro punto vista. Me pareció conveniente que el cronómetro no fuera lo único que me incitase a mejorar y desde entonces participo en pruebas de tipo extremo como controles de larga distancia. El deporte en estos casos no sirve para hacer marcas de tiempo, sino para romper los límites del cuerpo. Tener esa sensación de lograr algo más y superarse».

Lo que está claro es que el deporte siempre ha sido considerado como una de las vías de escape para olvidar por un momento las adversidades que la vida plantea a diario a un gran de número de familias. Y Héctor Moro no iba a ser menos. «Antes jugué al fútbol en el Alcava y en el Asturias de Blimea hasta juveniles, estuve dos años sin hacer nada y luego volví a hacer deporte. Me puse como un trolebús al no moverme y llegué a pesar 90 kilos, mientras que ahora estoy en 65. Es una forma de liberarte durante unas horas de los malos momentos y desconectar mientras se disfruta con el deporte. Es más, en su día empecé a hacer deporte por un problema personal que tuve en su momento», concluye.