Los caballos son la pasión de Leonardo Medal. Con más de treinta años de experiencia, este reputado jinete gijonés es un gran conocedor de los secretos del mundo ecuestre desde su faceta deportiva, hasta la empresarial como propietario de la yeguada Manzaneda (Gozón), pasando por la docente. Y su gran orgullo es que su hijo mayor, Leonardo Medal júnior, de 9 años, heredó su pasión y ya muestra excelentes maneras como sucesor.

Medal empezó a montar en el Club Hípico de Asturias con apenas ocho años y a partir de ahí su trayectoria ha sido imparable, convirtiéndose en uno de los jinetes asturianos de referencia. Poseedor de un sinfín de éxitos deportivos, ostenta el récord de victorias en el Campeonato de Asturias y ha cosechado triunfos en casi todos los concursos nacionales e internacionales en los que ha participado, además de haber representado a España en cinco copas de naciones, siempre a lomos de su caballo «Escorpio», con el que consiguió un tercer puesto en La Copa del Mundo en 1997 y el bronce por equipos en los Juegos del Mediterráneo de Bari ese mismo año.

En el año 1994 Medal creó una ganadería propia, la yeguada Manzaneda, e inició su faceta empresarial con la cría y selección de caballos para concursos . «Esta es una actividad muy artesana y demasiado esclava. Los caballos requieren una gran atención y muchos cuidados. No saben cuándo es día de fiesta y siempre hay que estar al pie del cañón», apuntó el jinete. En Manzaneda tiene una docena de caballos para la competición y otros tantos reservados a la cría, y su objetivo es criar caballos nacionales competitivos de alta calidad.

La enseñanza es otra faceta que le reporta muchas satisfacciones y enseña a un grupo de jinetes y amazonas, además de preparar caballos de otros deportistas.

Pero si hay algo que le colma de felicidad son sus hijos Pablo y Leo de siete y nueve años. Este último ha heredado la pasión por la hípica de su progenitor y el pasado año se proclamó campeón de Asturias en la categoría ponis B cuando su padre hacía lo propio en la absoluta. «Parece que Leo se ha decantado por los caballos. Intento que no se involucre más de lo que él quiera y dejo que sea él el que marque su ritmo. Humildemente creo que tiene mucho talento y se parece mucho a mí por lo competitivo que es», matizó orgulloso el padre.

Leo puede recoger en un futuro el testigo de su padre que, por lo pronto, sigue centrado en sus próximos compromisos a la vez que cuida y mima su ganadería. «He forjado mi vida alrededor de los caballos y mi gran ilusión es ver a jinetes que monten caballos criados en Manzaneda», finalizó Medal.