Hubo un tiempo ciertamente ya algo lejano, allá por los años sesenta del pasado siglo, en que el Unión Popular de Langreo adquirió merecida fama como cantera de excelentes porteros. Y no se trataba de uno ni de dos. Hasta cinco fueron los guardametas formados en Ganzábal que coincidieron en Primera, llamativo hecho que se registró en la campaña 1973-74 y que desde entonces ningún otro club ha repetido. Aquellos cinco magníficos eran Alarcia (Celta), Abelardo (Valencia), Junquera (Real Madrid), Nieves (Zaragoza) y Zabala (Real Oviedo). Todos eran buenos y todos habían comenzado a destacar a la vera del Nalón.

"Ponga un portero del Langreo en su plantilla" parecía ser la consigna que seguían los grandes del fútbol español. Y tan abundante y de tanta calidad era la "producción" de la factoría langreana, que había para casi todos. Gracias a eso se logró apaciguar el monumental enfado del Real Madrid, cuyos dirigentes pusieron el grito en el cielo cuando en el verano de 1965 el Valencia se adelantó fichando a Abelardo. Antonio Coto, entonces presidente azulgrana, tuvo que hacer gala de cintura para calmar al legendario Santiago Bernabéu y a su gerente, Antonio Calderón, a los que prometió que el siguiente en el escalafón sería para ellos. Con su tono más persuasivo les aseguró que no había motivo para preocuparse: "Tranquilos, que tengo otro gran portero en la recámara". Se trataba de Junquera, que, efectivamente, al verano siguiente se incorporaría a aquel Madrid "yeyé" que acababa de ganar la sexta Copa de Europa.

Esta anécdota del enfado madridista sirve bien al propósito de realzar la fama de que gozaban los cancerberos del Langreo. Y del interés que despertaban. Se decía por entonces que sólo dos clubes en toda España estaban en posesión del secreto para sacar tan buenos porteros prácticamente en serie: La Real Sociedad y el UP Langreo. De los donostiarras se argumentaba que destacaban como consecuencia de la marcada táctica defensiva del equipo, lo que les otorgaba aprendizaje a destajo. Pudiera ser. El caso es que los Araquistain, Esnaola, Artola, Arconada, Urruti? llevaban el sello de la prolífica escuela realista, que también deslumbró en aquellos años sesenta y sucesivos.

Baragaño "peina" la Cuenca en busca de talentos

En lo tocante al Langreo, su proceso de selección estaba en manos de esa figura que ha ofrecido servicios impagables al fútbol, y en particular al asturiano: El ojeador. En la cuenca del Nalón el más conocido era Cesáreo Baragaño, un personaje polifacético que hizo de todo dentro del fútbol y que todo lo hizo bien. Se decía que su opinión era definitiva, y que si aseguraba que un jugador valía, es que valía. Hablaba con conocimiento de causa, ya que antes de ser entrenador y directivo -fundó y presidió el Alcázar de Sama, uno de los mejores clubes de cantera de la cuenca del Nalón- había jugado como profesional. Cuando en la temporada 1928-29 echó a andar la Primera División, de la que Oviedo y Sporting se quedaron fuera por poco, el mierense Baragaño fue de los contados futbolistas de la región que jugó desde el inicio en la máxima categoría. Lo hizo de medio centro, y con mucho acierto, en el Racing de Santander, donde tuvo por compañeros a otros dos asturianos: El avilesino Oscar Rodríguez y el gijonés José Antonio Loredo.

Baragaño fue el técnico que promocionó al defensa Tensi y al centrocampista Prieto al Real Oviedo. Y a los porteros Abelardo, Nieves y Zabala, al Langreo. Sólo se escapó a su control Junquera, pero porque estaba en la órbita del otro gran club de cantera langreano, el Cruz Blanca, desde donde dio también el salto a Ganzábal.

El listado de los sobresalientes porteros langreanos de los años sesenta se abrió en realidad con uno que no era de la comarca: Rafael Alarcia. Nacido en Santander en 1938, Alarcia llegó cedido por el Real Oviedo para la campaña 1961-62, la primera del club azulgrana tras su creación por la fusión entre Racing de Sama y Circulo Popular de La Felguera. Con una sola campaña le bastó para dejar huella en el club, ya que su concurso resultó fundamental para que se lograse el histórico ascenso a Segunda. El paso de Alarcia dejó tal impronta que en los años sucesivos sólo extraordinarios porteros defenderían la meta azulgrana. El listón había quedado muy alto.

Abelardo marca época en el Valencia

En el verano de 1963 el Langreo ficha al emergente Abelardo González. Procede del Entrego, donde ha causado general agrado y especialmente al entrenador, Baragaño, por su sensacional campaña. Se trata de un portero de 19 años nacido en Sotrondio, no muy alto, de 1,74, y que destaca sobremanera por sus reflejos. En el conjunto de Ganzábal se hace de inmediato con la titularidad. La prensa comienza a destacarlo y su nombre pronto suena en las secretarías de clubes de postín. Pero no se irá todavía. En su segunda campaña tiene como suplente a otro buen meta, un grandullón de sólo 18 años nacido en la localidad felguerina de Pando y que llega del Cruz Blanca: Avelino Junquera. Este nuevo competidor le saca a Abelardo casi 20 centímetros, en concreto mide 1,92, pero el handicap no afecta a la titularidad del sotrondín, que juega los 30 partidos. En el club azulgrana, que se libra hasta de la promoción gracias a una decisiva victoria en campo del Europa barcelonés, están convencidos de tener la pareja de porteros con más futuro de la categoría.

En el verano de 1965 Abelardo da el salto al Valencia, con el ya señalado enfado de un Bernabéu que le quería como relevo para Betancourt. En Mestalla el portero asturiano desarrollará una brillante trayectoria que incluirá la consecución del trofeo "Zamora" de la campaña 1970-71 (sólo 19 goles encajados en 30 partidos), en la que Di Stéfano le confía la titularidad sin perderse ni un minuto. El Valencia gana esa Liga, que para Abelardo es su segundo título tras el de Copa del Generalísimo de 1967. Durante nueve campañas el sotrondín se mantendrá a un gran nivel, hasta el extremo de permanecer aún hoy en el recuerdo de la afición valenciana como el mejor meta que ha pasado por la entidad. Esa buena imagen le ayudó sin duda para que después de su retirada, que se produjo en 1976 en el Sporting, regresase al club de Mestalla como entrenador de porteros. Toda una referencia del fútbol asturiano este gran guardameta, que en conjunto militó once temporadas en Primera División.

Un gigante langreano para el Madrid "yeyé"

En el Langreo corrió el escalafón, tal y como había anunciado Coto que sucedería a la marcha de Abelardo. El nuevo titular es Junquera, que antes del arranque de la Liga viaja para que le vean los técnicos del Real Madrid; causa magnífica impresión, aunque se decide dejarlo un año cedido en el propio Langreo. Se trata de un portero de características distintas a las de Abelardo, pero también muy bueno. Apoyado en la baza de su estatura sabe mandar en el área, mostrándose especialmente solvente en los balones por alto. A sus 19 años jugará 26 partidos de titular en Segunda División, placeándose en el fútbol profesional con vistas al importante giro que va a dar su carrera. En julio de 1966 se incorpora por fin al Real Madrid, que acaba de ganar su sexta Copa de Europa. La operación se aproxima a los 10 millones de pesetas, incluyendo el traspaso de un prometedor extremo, Lavandera, que no tendrá muchas oportunidades en la capital. Luego destacará en el Sporting. Por su lado, desde Madrid llegan a Ganzábal tres cedidos: Del Álamo, Zapater y Picot, de los que el primero, delantero, será quien ofrezca el mejor rendimiento.

En el Real Madrid de los "yeyé" se recibe con los brazos abiertos al espigado deportista de Pando, que en las siguientes nueve campañas se convertirá en un notable coleccionista de títulos: Seis de Liga -es el futbolista asturiano con más campeonatos en su haber- y tres de Copa. Además, en la temporada 1967-68 se hace a sus 21 años con el trofeo "Zamora", siendo el primer portero asturiano en conseguir tan destacado galardón. Guardameta de enorme valentía, Junquera no tendrá en el club blanco toda la suerte que se merecía y además padecerá alguna que otra lesión, sobre todo en sus castigadas rodillas. Con todo, llegará a jugar más de 100 partidos, incluyendo competición europea. Del Madrid se irá en 1976 al Zaragoza, donde jugará medio centenar más de encuentros hasta que por lesión se retire en 1978. Actualmente regenta en Sama una cafetería de notorio ambiente futbolístico. Por cierto, de una de las paredes del establecimiento, tan cargado de recuerdos, cuelga una foto muy especial. Es la foto que evoca a la más noble acción vista en el Bernabéu. En ella aparece Junquera volando en una expuesta salida ante el Sabadell, justo antes de caer seriamente lesionado. En el lance el cuero le quedó franco para marcar a Peru Zaballa -recordado deportista que se retiraría en el Real Oviedo-, pero éste, en vez de aprovecharse, echó el balón fuera para que atendiesen al cancerbero asturiano. Un gran gesto que mereció de la UNESCO la concesión del prestigioso premio Juego Limpio del año 1969.

Nieves triunfa junto a los "zaraguayos"

Con la marcha de Junquera al Madrid ya eran tres los exporteros del Langreo en el escaparate de la Primera División. La circunstancia resulta llamativa y muchos clubes ponen de nuevo sus ojos en la plantilla azulgrana. ¿Habrá un cuarto cancerbero para la élite? Sí que lo hay. Se llama José Manuel Fernández Nieves, nació en Lada en 1947 y también lo ha descubierto Baragaño. Sus características difieren de las de los anteriores. Éste, que mide 1,81, destaca sobre todo por su colocación. Pero ha de esperar un año para ser titular pues por delante tiene al más experimentado Giráldez, cedido del Deportivo. De Giráldez se afirmará en las tertulias que a su regreso a La Coruña es bastante mejor que cuando llegó. Otra prueba más de la fe que se tiene en los métodos de trabajo de un club al que se ve como especialista en "fabricar" porteros. Ese prestigio aún lo acrecienta Nieves cuando en 1967, a los 20 años, le llega su turno de ser titular. El portero despacha una notable campaña, como todo el plantel, aunque lamentablemente el décimo puesto no le alcanza al Langreo para salvar la categoría en una temporada atípica. Resulta que bajan 8 de los 16 conjuntos por reestructuración de la Segunda, que se reduce de dos grupos a uno.

Pronto son varios los equipos que se interesan por Nieves, quien finalmente fichará por el Zaragoza. En La Romareda el cancerbero asturiano será titular indiscutible desde 1968 y durante nada menos que trece temporadas, once de ellas en Primera. Y eso que no lo tuvo fácil, ya que entre otros hubo de competir con Alarcia y con Junquera. Nieves vivió magníficas campañas en el club aragonés, sobre todo durante la etapa de los "zaraguayos", unos destacados futbolistas llegados de Paraguay, caso de Ocampos, Arrúa o Lobo Diarte, con los que logró un subcampeonato de Liga y un tercer puesto. En 1981, cuando colgó las botas, el meta langreano ya era toda una institución en la entidad zaragocista, donde se quedó formando parte de su cuadro técnico. Permaneció allí hasta 2012.

La sobriedad de Zabala, concejal y descubridor de Villa

El repóquer de grandes porteros langreanos se completa con José Ramón García Zabala, nacido en Ciaño en 1950. Destacó en el Alcázar de Sama antes de llegar en 1970 al conjunto de Ganzábal, con el que jugó dos campañas en la muy competida Liga de Segunda, formada ya por un grupo único de veinte equipos. La temporada 1972-73 la pasó casi en blanco debido a su incorporación al servicio militar en El Ferral del Bernesga (León), para en la siguiente dar el salto a Primera tras su cesión al Real Oviedo. Fue Sabino Barinaga quien le solicitó después de verle destacar en un amistoso en Tineo. Luego jugaría en Hércules y Almería, entre otros equipos. Portero sólido y sobrio, muy de escuela norteña, Zabala reunía condiciones para haberse mantenido más tiempo en la élite. Tras su retirada ejerció de entrenador de porteros y de ojeador para el Sporting; por cierto que se apuntó un buen tanto, ya que fue él quien recomendó el fichaje nada menos que del "Guaje" Villa cuando era juvenil azulgrana. Desde 2009 es concejal por el PSOE en el Ayuntamiento de Langreo y presidente de su Patronato de Deportes.

Doce años separaban al más veterano (Alarcia) y al más joven (Zabala) de este magnífico grupo de deportistas, varios de cuyos integrantes se enfrentaron muchas veces entre ellos y con suerte desigual. Así, el Valencia en el que militaba Abelardo se reveló por aquellos años difícil rival para un Madrid cuya portería defendía Junquera. Por cierto, que un día muy señalado para los canteranos del Langreo fue el 4 de abril de 1971, cuando los tres que por entonces militaban en Primera dejaron su meta a cero. Y con el mérito añadido de que dos de ellos jugaban en campo visitante. Los marcadores fueron así: Sabadell, 0; Valencia, 1. Elche, 0; Real Madrid, 1. Y Zaragoza, 0; Granada, 0. Los imbatidos porteros eran Abelardo, Junquera y Nieves. No es más que un dato, pero sirve al propósito de resaltar la valía de unos deportistas que pusieron a Langreo y al Unión Popular en lugar destacado del panorama futbolístico español.

Y aunque se escapa ya del ámbito de este Episodio, no sería justo terminarlo sin aludir a dos precursores como Boudón y Bartelmi, que militaron respectivamente en el Racing de Sama y el Círculo Popular poco antes de la fusión. Dos excelentes porteros, de los que el primero jugó en Primera con el Oviedo y el Español, mientras que el segundo lo hizo con el Zaragoza. Por consiguiente ellos son también destacadas referencias para aquellos deportistas que, como ocurre actualmente con los prometedores Adrián Torre y Javi Díaz, tengan el privilegio de defender una meta del peso histórico de la del Unión Popular.