Barcelona

El entrenador del Barcelona, Frank Rijkaard, no abrió ayer las puertas de acceso al campo de La Masía para que los aficionados del equipo azulgrana presenciaran en directo el entrenamiento posterior al empate en casa ante el Getafe (0-0), partido culminado con una pañolada de protesta del público barcelonista.

Un centenar de aficionados se agolpó a las once de la mañana, horario previsto para el inicio del entrenamiento, en las puertas de acceso de La Masía, cerradas a la espera de una autorización del entrenador. La autorización no llegó, y los aficionados debieron conformarse con seguir la sesión desde la calle. Tras el entrenamiento, Rijkaard explicó a «Efe» que sencillamente se había olvidado de abrir las puertas a los aficionados.