Hubo un tiempo en el que todos los equipos querían poner un Pirri, un Joaquín o un Víctor en su vida. Ese privilegio lo tenían el Sporting, el Barça y el Madrid. Eran futbolistas de largo recorrido que se describían sin retórica: «jugador de club». Pepe «Pirri» fue uno de los grandes, y le gusta escapar de la actualidad por lo que conlleva de opinión. Pero estos días de estudios de altas y bajas se recuerda el comprometido y valiente informe que emitió, tras ganar el Madrid «la octava», en el cual sugería la necesidad de una reestructuración en pleno éxito con diez bajas y unas razonables críticas a la falta de compromiso por actitudes «poco madridistas». En una reciente entrevista, Pepe se reiteraba en la clase iniciada sobre los tres puntos más importantes: el «espíritu» para ciertas situaciones, el momento de la renovación de los equipos y los fichajes estrella. E insistía, hablando de la polémica madridista sobre la confección del equipo y sus modificaciones, que «no se puede fichar al que más suena» porque «esto es más serio y hay que sentarse, ver lo que tenemos, lo que falta y cómo queremos jugar». Añadiendo que, para la titularidad, asume la frase de Capello: «Se juega como se entrena y el que no lo hace así no le vale». Y que el quid de la cuestión «es renovar cuando las cosas van bien y el equipo gana. No esperar a que pierda...». Lección segunda. ¿Pero quién le pone el cascabel al gato en plena borrachera de éxito? Lección tercera.