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Barcelona, Efe

Old Trafford marcará el éxito o el fracaso europeo de este Barça. Los azulgranas sufrieron en exceso en el primer tiempo, pero solventaron su pase a las semifinales tras repetir el 1-0 ante el Schalke 04 alemán, un equipo muy mejorado con respecto a la ida. El rival en semifinales es el Manchester United. El primer partido se jugará en el Camp Nou el 23 de este mes y la vuelta, seis días después, en el campo del equipo inglés.

Un gol de Touré Yaya, en el minuto 43, fue excesivo premio para los azulgranas en el primer tiempo, un equipo que se repuso, sin alardes, en la segunda y no pasó apuros para clasificarse por décima vez para una semifinal de la máxima competición continental.

Los barcelonistas fueron un equipo ciclotímico. Sufrió en la primera parte, cuando el Schalke salió decidido a darle la vuelta a la eliminatoria y los azulgranas comprobaron que su actual momento de juego dista mucho del que fue.

Después, el Barça se centró y no sufrió. Bojan e Iniesta fueron los mejores y el joven delantero puso en un aprieto a Rijkaard, cuando el técnico lo sustituyó y el público protestó airadamente la decisión del holandés.

Vídeos de Muhammad Ali o de aquella final de la Liga de Campeones que el Liverpool le remontó al Milán fueron utilizados por Mirko Slomka para motivar a su equipo, pero en donde acertó fue en el planteamiento utilizado para poner en problemas a un temeroso Barcelona, que sufrió como nunca ante un equipo que perdió todas sus esencias y estuvo a merced de los alemanes.

Desnudado de sus esencias futbolísticas, el Barça fue un equipo depresivo, un manojo de nervios sin soluciones, al que sólo le quedaba cruzar los dedos, mientras comprobaba cómo los alemanes tenían hasta cuatro grandes oportunidades en los primeros 21 minutos, en un período de sobresaltos continuados en el Camp Nou. Sin embargo, el que marcó fue el Barcelona, en una jugada en la que no estuvo muy acertada la defensa del Schalke.

El descanso fue fundamental para los catalanes. El partido fue otro. Rijkaard ordenó a su equipo, el Schalke ya no creyó en sí mismo, el Barça leyó mejor el partido, entraron en juego los «peloteros» del equipo y los agobios acabaron.

Sin problemas, el Barcelona ya mandó en el partido, tanto en ocasiones como en fútbol, y pudo resolver con más comodidad.