Será, como dicen los castizos, por perres. Ahora resulta que el gran Badiola, el presidente realista, ha anunciado una prima de 1,6 millones de euros para la plantilla donostiarra en caso de ascenso a Primera. Poco más de la mitad de lo asignado a los rojiblancos, tres millones de euros. La mitad de la mitad. Los dos clubes, con las arcas llenas de deudas, saben que el ascenso es el inicio del camino para resolver los problemas. Eso dicen, que otra historia es la realidad. Y si no, que miren a La Coruña, Valencia y tantos otros sitios donde la situación es también dramática.

Sentadas las cifras de los premios oficiales, quedan pendientes las extraoficiales, que vuelan de un lado a otro. Catorce años después, Giner, el que fuera jugador del Sporting, ha confesado lo que cobró por el empate de Riazor que le dio una Liga al Barcelona. Dos millones por barba para cada miembro de la plantilla. Todo el mundo sabía lo que había pasado. Incluso la negativa de Bebeto a tirar el penalti que falló Djukic. Bebeto, la gran estrella del deportivismo, no tuvo temple para dar la cara en un momento histórico. Las estrellas de verdad se ven en esos momentos y no en un partido menor. Algún ex rojiblanco sabe del escapismo de veteranos ilustres en una serie de penaltis que también fue histórica. Pero ésa es, damas y caballeros, otra historia.

Mientras el equipo rojiblanco, con solución cantada, se queda sin «Gattusso» Matabuena para el partido del sábado, los curiosos que anoche buscaban el pasillo del Bernabeu como el gran acontecimiento se quedaron defraudados por la brevedad y simpleza del gesto. La frivolidad que nos invade había convertido el dichoso pasillo en una especie de acontecimiento. Pues no es más que un detalle de reconocimiento al campeón, con sólo una gota de morbillo por la rivalidad entre los dos equipos. Casi nadie nos contó algo del partido, pero todo el orbe futbolístico quiso engañar con el pasillo, algo ya viejo y habitual en tantos deportes. Son los tiempos que corren en los que los pájaros disparan a las escopetas y los purasangres tiran del carro de la basura.

Pero la cuestión clave es el resto de la Segunda A de la que quiere escapar el gran Badiola, que en una de éstas se presenta en el palco del Heliodoro Rodríguez López para «vivir nuevas experiencias», como definió Lillo la presencia presidencial en Cádiz. Las nuevas experiencias de un recién llegado que tendrá que descubrir que no todo es dinero.