Aviso a la flota pesquera y navegación de cabotaje: 234.000 asturianos, el 51,2 por ciento de la audiencia, siguió el pasado miércoles el partido del pasillo y del paseíllo. Una cifra espectacular que prueba el arraigo futbolístico de la región, que sufre en silencio la brutal decadencia de su deporte favorito. Dato para los finos analistas del devenir social y televisivo de las masas sentadas en el sofá del salón en el ángulo oscuro. Un buen día para la cadena que ofreció el partido. Ayer, sin embargo, fue un mal día para los admiradores de Liv Taylor, los morritos más finos del panorama cinematográfico, que anunció la ruptura de su matrimonio.

A Canarias, donde hoy habrá tela marinera, irán Marc Anthony y su distinguida familia. Para un concierto. Hoy en el archipiélago macaronésico el Sporting puede dar un paso casi definitivo hacia Primera. Porque si gana, los demás pueden quedarse con la boca abierta. La Real de Lillo juega mañana en Cádiz. Por preguntar que no quede: ¿el dinero que se ahorró el gran Badiola con la victoria del Sporting allí sigue en circulación por la bahía? Está claro que no estamos ni en el fútbol rumano ni en el portugués. Por cierto, tomado el poder azulgrana por Guardiola, la especulación de que Lillo será su segundo ya ha aparecido. Con razón: Guardiola anunció, cuando figuró en una candidatura electoral como director deportivo, que su entrenador era Juanma Lillo. A lo mejor ambos se encuentran ahora.

Mientras esperamos las seis y media de la tarde de hoy, una hora menos en Canarias, hay que divertirse con la campaña de los jugadores del Madrid para que Luis lleve a Raúl a la Eurocopa. Ayer fueron Sergio Ramos y Van Nistelroy quienes salieron a la palestra. Hoy habrá alguno más, porque el propio Raúl está feliz con la oleada sin darse cuenta de que todo resulta un tanto ridículo.

Media tarde del viernes en los jardines del bien y del mal: el amable lector de Bimenes acude fiel a la cita telefónica para dar una mala noticia: el médico, como al ex vicepresidente del Barcelona Sandro Rossell, le ha prohibido hablar del Sporting. No se trata del mismo doctor, pero la orden es idéntica. Son los nervios del final de una Liga apasionante. Habrá que esperar al final feliz.

Cuando pase este fin de semana quedarán sólo cinco partidos para un Sporting que está muy cerca de dar el alegrón de la década a sus fieles. Hoy afronta uno de esos escalones que llevan a la gloria. Ganar, y pista. Si no hay victoria, a esperar a mañana y ver cómo soplan los vientos por la bahía donde se va a bañar la Real del confidente de Pep Guardiola.