Una semana después, Míchel volvió a ser el hombre del partido. Si ante el Granada 74 acabó el encuentro bañado en lágrimas, ayer se subió al autocar rojiblanco con una sonrisa que no le cabía en la cara. El lenense pasó una semana complicada por su enésima expulsión y ni siquiera el indulto federativo logró aliviarle. Ayer, cuando más lo necesitaba el equipo, mostró su mejor versión.

El Sporting empezó el encuentro a la deriva. Ahogado por el calor canario y el intenso viento, e incapaz de sacudirse el pertinaz dominio local. El Tenerife achuchaba y Roberto tuvo que emplearse a fondo para desviar al larguero un cañonazo de Nino, esa especie de pequeña pesadilla que habita en la delantera tinerfeña.

Cuando peor lo pasaba el Sporting, Míchel recibió un balón en la frontal del área. No se lo pensó y conectó un zurdazo -su pierna mala- que se coló como un obús en la escuadra izquierda de Raúl Navas. Míchel explotó y se fue a la banda dándose golpes en el pecho para dedicarle el gol a su madre, que esta semana sufrió una delicada operación.

Ese zapatazo lo cambió todo. El Tenerife acusó el golpe, oyó los primeros pitos de su propia afición y ya no apareció más hasta el segundo tiempo. Era el momento de dar la puntilla al partido. Pudo hacerlo Bilic cuando se encontró un balón botando en el área, pero le pegó con tanta rabia que se le marchó fuera. Tuvo que ser un gijonés el que finiquitase la contienda en un partido en el que Mareo volvió a reivindicarse. Pedro vio el gol de Míchel y se picó. Recibió un balón, controló con el pecho y mandó otro zurdazo a la escuadra contraria. Ahí queda eso.

En ese momento, se murió el partido y lo más emocionante a partir de entonces fueron los goles del Nàstic en Málaga. El Sporting asestó ayer un golpe que puede ser definitivo en la lucha por el ascenso. Ahora, lo que toca es proteger su casa y que nadie se lleve un solo punto de El Molinón. Con eso, esta vez sí, las cuentas saldrán.

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Santa Cruz de Tenerife, V. RIVERA

A Marcos Landeira le duró muy poco la alegría de regresar a la convocatoria. El centrocampista del Polígono ya se temía lo peor, como dejó entrever en sus declaraciones de la víspera. Al final se confirmaron sus pronósticos, ya que Marcos Landeira fue el futbolista descartado por Preciado en la charla previa al encuentro. El canterano no entraba en una convocatoria desde el pasado 24 de febrero, cuando el Sporting jugó en Albacete, y no disputa un solo minuto de competición oficial desde que los rojiblancos recibieron al Alavés el 23 de diciembre, en el último partido de la temporada pasada.

Por otro lado, la afición del Tenerife mostró su malestar con su equipo por la derrota y el Frente Blanquiazul abandonó el estadio al descanso.