Estambul, Turquía La invasión de pista no festejaba el sexto puesto de Fernando Alonso, sino el dominio hasta ahora abrumador de Ferrari en el Mundial. El ardor de la afición turca, acorde a su manera de manejarse en el frenesí cotidiano de Estambul, recordó a las carreras en Italia, con miles de «tifosi» a la carrera por el asfalto. No llegó a tanto porque, aunque fogosa, la población local no se distingue por el seguimiento masivo de la Fórmula 1. Apenas cuarenta mil personas dejaron ayer a medio llenar Istambul Park. Pero Alonso tenía su celebración particular. No era para tirar cohetes, pero sí para respirar, para saber que el salto se había dado, que el R28 ya es el primero de los mortales, la referencia en el pelotón intermedio, por detrás de las tres escuderías que se reparten el pastel, nunca a partes iguales.

El punto de mira del español estaba en Mark Webber y el australiano no le duró más allá del primer asalto. Sin rodeos, lanzó el primer directo al mentón del piloto de Red Bull y lo mandó a la lona. Misión cumplida. Y al final, sexto. Objetivo menor en otros tiempos, pero difícil de conseguir hoy en día. Tuvo que llegar un pinchazo de Kovalainen en la primera vuelta para acceder a una de las plazas que de oficio van a parar al reparto de cada fin de semana entre Ferrari, McLaren y BMW. Son tan superiores que Heidfeld, noveno de inicio, no tuvo apenas oposición para separar a los intrusos en la maniobra del primer repostaje. Una realidad dura a priori, pero que sabe bien porque despeja fantasmas después de la rotura de motor de Barcelona y confirma las mejoras que se habían intuido antes del fiasco en Montmeló.

Massa dominó desde la pole para prolongar su idilio con Turquía. Tercera victoria en los últimos tres años y espaldarazo para su confianza. Dos victorias y un segundo puesto hacen olvidar los abandonos en la doble cita inicial de Australia y Malasia. Mientras el brasileño se las ingeniaba para alejar el acoso de Hamilton, Fernando Alonso apretaba los dientes en medio del pelotón. Fuera de foco, se las arregló en los primeros giros para contener a Mark Webber y al pelotón de hambrientos que ansiaban su posición. Básicamente, eran los Red Bull, Toyota y Williams los coches que anhelaban su lugar. En las primeras carreras las cosas no eran tan sencillas para el ovetense.

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