Gijón, Víctor RIVERA

Aún faltaban unos minutos para la una de la tarde cuando el avión procedente de Madrid en el que regresaba la expedición rojiblanca tomaba tierra en Asturias. La plantilla, con síntomas de cansancio por la celebración de anoche y el madrugón obligado, se dirige hacia la zona de recogida de equipaje al tiempo que los primeros pasajeros del vuelo salen al exterior. Las puertas se abren y desde fuera se ve a los rojiblancos y estalla la fiesta. Medio centenar de sportinguistas había acudido a recibir al equipo y lo hizo por todo lo alto. Los jugadores, sorprendidos, hicieron las delicias de sus aficionados: fotos, autógrafos, canciones...

Los más aclamados fueron los goleadores, Míchel y Pedro, y los habituales ídolos del sportinguismo: Roberto, Barral, Bilic, Preciado y Roberto. Hubo canciones hasta para el presidente, que intentaba mantenerse en un discreto segundo plano y ceder el protagonismo a los futbolistas. Los seguidores escoltaron a los futbolistas hasta el autocar. El viaje desde el aeropuerto hasta Mareo continuó la fiesta, ya que la mayoría de los coches que se cruzaban con el llamativo autocar rojiblanco saludaban a la expedición haciendo sonar el claxon. La victoria en Tenerife y los tropiezos de sus más directos rivales han desatado la euforia entre una afición que ya comienza a creerse que éste puede ser el año.

Y en medio de tanta alegría, el partido de Tenerife ha servido también para volver a poner de moda la cantera de Mareo. Desde la marcha de Villa al Zaragoza, en el verano de 2003, los canteranos no habían jugado un papel tan determinante. Míchel y Pedro rubricaron el meritorio triunfo en Tenerife con dos golazos de campeonato, pero no fueron los únicos. El central gijonés Jorge no marcó, pero fue el defensa más destacado y viene completando una temporada espectacular desde que logró hacerse un hueco en el equipo. El póquer lo completa Roberto Canella, que ya se ha adueñado del lateral izquierdo. Gracias a ellos, Mareo vuelve a tirar del Sporting.