Oviedo

La afición riverplatense estalló indignada la pasada semana tras el empate ante el San Lorenzo que dejó al equipo «millonario» fuera de la Copa Libertadores. Y razones no le faltaban: ganaba 2-0 en el minuto 69, los «gauchos de Boedo» jugaban con dos hombres menos en el estadio Monumental y en sólo tres minutos dieron vuelta el partido. Pero, mirando la historia, los seguidores del equipo de Núñez están acostumbrados, muy a su pesar, a ver frustrados sus sueños en la máxima competición de clubes de América. Sólo en dos ocasiones han podido ver a sus jugadores alzar el preciado trofeo, pese a ser el quinto conjunto que más ha participado de esta competición, con 28 presencias, líder entre los argentinos con diferencia. Para muestra un botón: sus compatriotas Independiente y Boca Juniors han disputado la copa en dieciocho y veinte ocasiones, respectivamente, pero la han ganado siete veces los «diablos rojos» y seis los «xeneizes».

Incluso los «millonarios» acumulan más puntos que otros equipos que o la jugaron más veces o la ganaron en más ocasiones. Es segundo en la tabla histórica sólo por detrás del Peñarol uruguayo. Tras él quedan el Nacional también uruguayo (34 participaciones y tres títulos) y el Olimpia paraguayo (35 y otros tres títulos), muestra inequívoca de que River se ha acostumbrado a nadar mucho y morir en la orilla.

El karma riverplatense con la Libertadores tiene como hito original la final de 1966. En aquella época no existía el valor doble de los goles como visitante y, en caso de que ganara un partido de la final cada equipo, se definía todo con un tercer encuentro en campo neutral. Aquel año Peñarol venció 2-0 en Montevideo y River hizo lo propio 3-2 en Buenos Aires. La gran final se disputó en Santiago de Chile, donde los argentinos se pusieron en ventaja por 0-2. Sin embargo, cuando todo apuntaba a la celebración «millonaria», la garra charrúa hizo acto de presencia y dio vuelta el resultado para terminar ganando 4-2. Esa derrota marcaría para siempre la historia del River. Tres días después, en la cancha de Banfield, la afición local arrojó una gallina al campo para burlarse de los jugadores y aficionados del River Plate que los visitaba esa tarde. A partir de ese momento, el mote de «gallinas» para referirse a los riverplatenses quedó instalado en el folclore futbolero argentino. El apelativo gallináceo se agrandó ante los 18 años sin títulos del franjirrojo, sequía que se acabó cuando el equipo dirigido por Ángel Labruna, ex de la famosa «Máquina» de River, conquisto el Torneo Metropolitano de 1975. Al año siguiente volvieron a la final de la Libertadores (River jugó sus cuatro finales en años acabados en 6). Derrota en Belo Horizonte ante el Cruzeiro brasileño (4-1) y victoria en el Monumental (2-1). El tercer y definitivo encuentro se disputó, otra vez, en el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Y otra vez el conjunto porteño vio cómo se le escapaba la Copa. Los brasileños ganaron 3-2.

River tuvo que volver a esperar diez años para disputar la final. En 1986 el conjunto que dirigía el «Bambino» Héctor Veira quebró la mala racha y se quedó con el título tras ganar los dos partidos al América de Cali colombiano (1-2 y 1-0). Diez años más tarde, llevado desde el banquillo por el «Pelado» Ramón Díaz (el mismo que acaba de dejarlo fuera dirigiendo a San Lorenzo) y con el «Príncipe» Francéscoli como líder en el campo conquistó su segundo título. Curiosamente el rival era el mismo de diez años antes: el América, con el que perdió 1-0 en Cali y al que ganó 2-0 en Buenos Aires.

Fracaso tras fracaso, los hinchas riverplatenses cifraron sus esperanzas en volver a la final en 2006, por eso de los años acabados en 6. Pero San Lorenzo acabó con las ilusiones. Este año tampoco podrá ser y los del barrio de Núñez volvieron a dar la razón a quienes los acusan de ser un equipo de «cabotaje» por su falta de efectividad a la hora de disputar torneos internacionales.