José FERNÁNDEZ

Juan C. GALÁN /

Luanco,

El mismo día en el que el Marino conoció a sus rivales para la presente campaña, el presidente Luis Gallego sentenció: «No vamos a bajar». Toda una declaración de intenciones que contrastaba con la opinión generalizada. El grupo se las traía y el Marino volvía a partir en inferioridad de condiciones económicas con el resto de los equipos, a excepción del Pájara Playas. Diez meses después, el destino le ha dado la razón al presidente marinista. Los azulones disputarán su quinta temporada consecutiva en Segunda B.

El comentario de Luis Gallego tras la configuración de grupos de Segunda B es, en sí, un compendio de la filosofía que favorece que el Marino consiga, año tras año, el milagro. Una suerte de pensamiento positivo que se expande por Miramar y sus contornos. «La fe es fundamental», afirma el presidente marinista. «En el Marino todo se hace de otra manera. El trato es exquisito, y eso se nota en el campo. Desde el primer día, la directiva te mete en la cabeza lo que es este club, que representas a una localidad pequeña, que hay limitaciones, pero que nunca te pueden superar», señala Miki, capitán del Marino.

Quizá ese «buen rollo» sea definitivo para entender el rendimiento del Marino. Pocos daban un duro por un equipo que parecía carne de cañón al final de la primera vuelta. Los azulones tan sólo habían anotado once goles y era una perita en dulce cada vez que oficiaban de visitantes. Cuando la situación era crítica, volvió a surgir la astucia de un tándem, el que forman Luis Gallego y el técnico José Luis Quirós, tan indisoluble como exitoso. Como parece norma, el Marino supo adelantarse al resto para hacerse con los servicios de Pablo Lago, Pablo Díaz, Fredy y Alberto Suárez. «Ya los habíamos intentado fichar en verano, pero optaron por otros clubes. Sabíamos que no les iban bien las cosas y volvimos a la carga», señala Luis Gallego. Una jugada maestra. «El presidente siempre dice que es suerte, pero hay que dedicarle muchas horas para saber si un jugador no está a gusto en su equipo o si quiere volver a casa», señala Miki. Quizá ése sea el secreto del Marino.