Avilés, I. URÍA

¿Qué efecto han tenido las sociedades anónimas en el fútbol modesto? ¿Cómo se desarrolló la fusión del Ensidesa y el Real Avilés? Éstas fueron algunas de las ideas sobre las que giró el Club que LA NUEVA ESPAÑA organizó con el título «25 años de la fusión del Real Avilés y el CD Ensidesa» en la Casa de Cultura. En el acto estuvieron presentes Manuel Ponga, alcalde de Avilés en 1983, año de la fusión; Víctor Martín, ex vicepresidente del Real Avilés; Cándido González, directivo del Ensidesa; Laureano Poyo, periodista de La NUEVA ESPAÑA; Quico Álvarez, ex jugador y capitán del Ensidesa y Real Avilés Industrial; Luis Viña, ex portero del Real Avilés, y Jorge Valverde, coautor del libro «Avilés y su fútbol», que ejerció como moderador. Estaba prevista la asistencia de Jesús Llera Arrojo, quien fuera presidente del Real Avilés Industrial, que finalmente no acudió al Club. La moderadora, Victoria Fidalgo, abrió la tertulia con un recuerdo para Tomás Medina, ex presidente del Avilés fallecido ayer.

Ponga intervino para señalar que Ensidesa «no favoreció al deporte de Avilés porque tenía su gueto que dividió socialmente a la ciudad. La fusión tuvo el mérito de unir a la ciudad». Esta afirmación fue rebatida por Cándido González, para quien el club empresarial luchó desde el primer momento por una unión que se fraguó en reuniones clandestinas. Para Víctor Martín, si el acuerdo no llegó antes fue por las diferencias que separaban a aficiones y directivas. Viña aseguró que, para el Real Avilés, el Ensidesa era como el equipo de otra ciudad, y Poyo subrayó que el club blanquiazul habría desaparecido de no haberse producido la unión.

Quico y Viña guardan un grato recuerdo de la plantilla, en su mayoría de jugadores del Ensidesa, que formaban, según el capitán, «una piña». Quico indicó que cuando el Ensidesa jugó la fase de ascenso flotaba en el ambiente una gran ilusión, porque los futbolistas sabían que subir de categoría era la llave de la fusión. Cándido González quiso aclarar que las decisiones deportivas de la época las tomaron el entrenador Raúl y el director deportivo Candi. «No se vetó a nadie del Real Avilés, sino que los técnicos escogieron a los futbolistas que consideraban necesarios».

El ex alcalde reconoció que la falta de presupuesto del Ayuntamiento pesó en su día para rechazar una reforma del Suárez Puerta que obligó al recién creado Real Avilés Industrial a desplazarse al campo de Llaranes. «Se habló de que habíamos prometido algo y luego habíamos engañado al no hacerlo, pero hicimos un estudio y eran unas cantidades desorbitadas». Sobre si se podría haber hecho más por empujar al equipo, Ponga señaló que el Ayuntamiento tenía y tiene una serie de prioridades y añadió que el objetivo del nacimiento de las sociedades anónimas deportivas era ayudar a que los equipos no dependieran de las arcas municipales. «Nuestra misión en la directiva», explicó Víctor Martín, «era además de gestionar el club llamar a la puerta de las instituciones. No pedíamos dinero directamente, sino su colaboración puntual. Hay que entender que el Ayuntamiento no sólo se dedica al fútbol. Siempre queríamos más, pero no se planteaba una postura de fuerza».

Sus compañeros de mesa coincidieron en apuntar a las sociedades como el principal mal para el fútbol modesto, aunque Martín matizó que cuando estaba en la directiva «se decía que el Avilés no prosperaría porque había equipos en Primera División a 20 minutos y no había un campo en condiciones; ahora no se dan estas condiciones y, sin embargo, el equipo tampoco ha prosperado no se sabe muy bien por qué razón».