El Sporting sale ileso de la batalla de Vitoria, aunque con algún daño (las tarjetas a Gerard y Kike Mateo), cuyas consecuencias sólo se verán en el inmediato futuro. Un punto que sabe a barril a oro, a barril de petróleo o a síntomas de que el equipo no baja la guardia ni en las circunstancias más extremas. Como diría el viejo cronista, los partidos se pueden ganar, empatar o perder. El Sporting pudo ganar en el primer tiempo, cuando Bilic marcó un golazo que no sirvió porque el árbitro hizo caso a un asistente picajoso que vio falta de Kike Mateo en un salto con un contrario. Pudo ganarlo en el descuento, cuando Barral no supo finalizar un contragolpe que lo dejó solo ante el portero Bernardo, como solo estaba Bilic a la derecha. Pudo perderlo en varias fases del juego, en las que el Alavés dominó y dispuso de sabrosas ocasiones, como el tirazo al larguero del francés Lucen. Al final empató, que no es el mejor resultado de los posibles pero que lo sitúa en la tercera plaza, con los mismos puntos que la Real Sociedad y un mejor coeficiente particular.

Curiosa vida la de este Sporting que fue capaz de ganar con superioridad y claridad en campos de rivales solventes (pongamos que hablamos de Soria y San Sebastián) y no fue capaz de pasar del cero a cero, por segunda vez consecutiva, en el campo de uno de los candidatos al descenso y hasta candidato a algo peor. El Alavés hizo tal derroche que hubo momentos en los que el Sporting pareció agobiado, pero entonces aparecía la solvencia de Roberto, o de Jorge o del impresionante Canella, que completó un partido acorde con lo que va mostrando en su crecimiento futbolístico. De remate no anduvieron bien los rojiblancos, pero los dos remates de sus dos arietes pudieron ser los goles de la vida de ambos. En el caso de Bilic, por el tirazo a la escuadra que lanzó; en el caso de Barral, por el momento de la noche. No hubo fortuna en ambas jugadas.

El empate, tal como se desarrolló el encuentro, es un resultado muy valioso. Quedan sólo nueve puntos por disputar y, como se iba viendo venir, ninguno de los tres equipos que aspiran a cogerse del brazo del Numancia puede cometer un error. Lo que Vitoria dejó claro es que un equipo es un estado de ánimo, y el del Sporting está íntegro, sin la menor flaqueza. Ese dato supera los errores arbitrales (dos goles anulados en las dos últimas jornadas, cuatro puntos que se han podido ir), las carencias en el juego, que las sigue habiendo, y la escasez de remate. Pero la entereza del equipo eleva el optimismo y la esperanza.