Para los hombres y mujeres de poca fe: desde el 10 febrero, y ya llovió, el Sporting sólo ha perdido dos partidos, el de Elche y el de Málaga. Tras el duelo de Albacete, resuelto por los rojiblancos con victoria por uno a dos, el Sporting y la Real quedaron empatados a 42 puntos. El empate se repite a finales de mayo y al primero de junio, se verá pasado mañana sobre las ocho y media de la tarde. Al Málaga de Muñiz el Sporting le ha comido en este tramo de Liga cinco sabrosos puntos.

Estos datillos, tomados al vuelo, vienen a cuento de la necesidad de ahuyentar los halos de pesimismo que parecen inundar a algunos sectores que aún dudan de un ascenso que parece en la mano. Son los inevitables nervios de las vísperas de algo grande. Córdoba, Castellón y Éibar son las tres últimas estaciones de un recorrido que parece eterno. La confianza, sin excesos ni engolamientos, es ahora el estado más oportuno en el que deben imbuirse el equipo y los aficionados. Como pide Juanma Lillo a los suyos, hace falta un plus de condescendencia con los fallos.

Porque los enamorados de las nubes grises ya comienzan a enviar los mensajes más negativos. Un malvado se apresuraba a pedir el ascenso porque, según él, el año que viene ya sólo habrá dos plazas, pues una será con seguridad para el Zaragoza del denostado Marcelino. La marcha de Marcelino a un Segunda es uno de los bombazos de la pretemporada y es un golpe de efecto de los rectores zaragocistas para acallar la indignación popular por el descenso. Los enterados aseguran que el contrato que ha firmado el ex entrenador del Sporting es de Liga de Campeones. Los finos analistas no son capaces de explicar las razones de esta decisión. Por lo pronto, si se confirman las previsiones, Marcelino no vendrá a El Molinón en partido de Liga; a saber si en la Copa.

Si desde el 10 de febrero, y ya llovió, los rojiblancos sólo han perdido dos partidos, no hay por qué creer que vayan a perder alguno de los tres que le quedan. El de mañana, arropados por una afición plena de fervor y ante un rival respetable pero agobiado por la permanencia, es el antepenúltimo paso para consumar el sueño. Un partido que precisa de una salida fulgurante del equipo para aprovechar las circunstancias favorables. Es el día menos indicado para dejar pasar los minutos sin someter al rival a un acoso futbolístico constante. Los recientes agobios ante Granada 74 o Salamanca no pueden repetirse. Queda tan poco que ahora cualquier fallo que se produzca no tiene margen para la reparación. Desde la confianza en el garbo y poderío del equipo se afronta otra jornada crucial en el camino a Primera.