Grado, Celso A. SANJULIÁN

Once años después el UP Langreo levantó su segunda Copa Federación. Lo que la pasada temporada no pudo ser ante el Tuilla ayer sí lo consiguió, y ante un rival de categoría superior como el Marino. Un penalti señalado por mano de Labrado, en un barullo a la salida de un córner, decantó para los de Ganzábal una final que ya se encaminaba hacia la prórroga. El conjunto de Miramar perdió así la primera de las cuatro finales que ha disputado, y de la forma más dolorosa. Quirós y los suyos quedaron petrificados con el penalti en el descuento, que el técnico calificó de «invento arbitral». A la postre lo que sucedió es que quien perdona lo acaba lamentando. Y el Marino perdonó, especialmente en el primer tiempo. El penalti desperdiciado por Jaime fue su mejor ocasión, pero no la única; previamente Jabuti se entretuvo en demasía con Pablo desplazado de la portería.

En el primer tiempo fue el Marino quien más tuvo el balón, que hacía circular con precisión sobre el cuidado césped del recinto moscón. Pero faltaba trasladar eso al marcador, algo que le estaba costando ante la solidez de la zaga langreana. De improviso, en el minuto 12, Adrián cometió un error en la cesión hacia su portero; el cuero le quedó franco a Jabuti, que se deshizo de Pablo en su desesperada salida, pero que no chutó hasta que ya estaba muy escorado, dando así tiempo al propio portero para tapar su remate raso junto al poste.

La final siguió con la misma dinámica tras este susto para los langreanos, que en el 26 recibirían uno todavía mayor. Un envío en largo de Ocaña hacia Jaime permitió a éste plantarse ante el citado Pablo, que le derribó en su salida. El penalti lo lanzó el mismo Jaime, pero por encima del larguero.

En apenas veinte minutos el Marino había perdonado por partida doble, algo que acabaría lamentando. Porque el Langreo comenzó a dar muestras de peligro, primero tímidamente y luego con mayor descaro. Su oportunidad más clara de este primer período se produjo en el minuto 39; el recién incorporado Alan efectuó casi desde su demarcación defensiva un despeje perfectamente orientado hacia Omar, que ganó la espalda a Carmena y soltó un zurdazo que buscaba la escuadra. Ya se cantaba el gol, pero entonces surgió volando la figura de Guillermo, que despejó a córner.

El Langreo había enseñado ya las uñas, su aviso para un segundo tiempo en el que iría a más y gozaría de las mejores oportunidades. Al cuarto de hora un remate seco y duro de Borja obligó a Guillermo a emplearse a fondo. Y cinco minutos después un centro de Otero lo remataba a la red Omar, aunque el tanto se invalidó por fuera de juego. El Langreo ya tenía llegada, aunque todavía el Marino rescataba por momentos su buen juego del primer acto; como en la ocasión de Rubén Suárez, que en el minuto 75 enganchó una volea que lamió el travesaño langreano. Pero fue ya su última aproximación. Desde ahí el Langreo se volcó, con una sucesión de envíos en largo, saques de falta y córneres que originaron mucho peligro ante Guillermo. Ya en el descuento, y en un balón botado desde la esquina, el árbitro señaló penalti por mano de Labrado, que Omar transformó entre el delirio de la hinchada langreana.