Oviedo, Á. FAES

A su manera, a la heroica, por las bravas y sin mirar hacia atrás. Cuando los planes decían que habría que esperar todavía unos días antes de intentar atacar la cumbre del K-2, Jorge Egocheaga sorprendía con una de sus subidas relámpago y se hacía con el coloso pakistaní (8.611 metros), la segunda montaña más alta de la tierra. Fue el pasado domingo, a primera hora de la mañana. Desde el campo 3 (7.200 metros), obvió la parada en el cuatro y se lanzó a por la cumbre cuando detectó una ventana de buen tiempo. «Llama a casa y di a todos que me encuentro bien, que estoy perfecto», transmitió a duras penas y con problemas para la comunicación a su amigo Javier Feito, quien así lo explicó también a este periódico.

Tan claro lo vio el montañero y médico ovetense, que ni siquiera su compañero de expedición, el zamorano Martín Ramos, se atrevió a seguirle, consciente de que no podría seguir su ritmo. La suiza Joëlle Brupbacher completaba el grupo y también permaneció a resguardo mientras el asturiano se lanzaba hacia la cumbre. Tras pasar la noche en el campo 3, alcanzó la cima a las 7.30 de la mañana. Tres horas y media después, tras hacer cumbre y comunicarse desde allí con sus compañeros de aventura, deshizo el camino hacia el campo 3, adonde llegó a las once de la mañana. Una subida fulminante, amenazada en todo momento por la climatología, que se tomó un ligero respiro para permitir a Jorge Egocheaga anotar en su cuaderno de heroicidades el número diez junto a su lista de «ochomiles».

A media tarde de ayer en España, Jorge Egocheaga confirmaba que ya se encontraba en el campo base, junto a Martín Ramos y la montañera suiza. El zamorano le manifestó su intención de intentar la cumbre el próximo domingo y el propio Egocheaga se brindó a echarle una mano los próximos días. Ayer tenía previsto subir de nuevo hasta el campo 3 para continuar con las labores de aclimatación.

Los últimos días, con mucho frío y nieve, dejaron a Egocheaga «agotado», según transmitió a sus allegados, aunque en perfectas condiciones físicas. No sucedió lo mismo con Martín Ramos, muy debilitado por la deshidratación que sufrió en los días anteriores, de la que ya está casi del todo recuperado. Quizá por eso el zamorano no se aventuró a acompañar a Egocheaga en su carrera hacia la cumbre. El ovetense aún permanecerá varias jornadas por la zona, dado que tiene su regreso previsto para el 8 de agosto.

El último «ochomil» con que se había hecho Egocheaga lo logró hace algo más de un año, el 6 de junio de 2008, cuando, también junto a Martín Ramos, hizo cima en el Gasherbrum II. Poco más tarde lo intentó en el K-2, pero tuvo que desistir por causa de una tormenta, así que el de estos días era su segundo intento en el coloso de la cordillera del Karakorum. El pasado 18 de mayo, enrolado en la expedición de «Al filo de lo imposible», una bronquitis dejó fuera de combate a Egocheaga, que logra ahora su décimo «ochomil» tras dos intentos fallidos.

Al ovetense solamente le faltan el Kanchenjunga (8.556), el Lhotse (8.516), el Makalu (8.463) y el Annapurna (8.091) para completar los catorce «ochomiles».