Extremo del Sporting de 1971 a 1975; trabaja y reside en Cuba

Gijón, J. E. CIMA

Alfredo Megido (Peñaflor-Sevilla, 1952) fue una estrella fulgurante del Sporting de 1971 a 1975 que jugó 123 partidos oficiales y marcó 21 goles. Era extremo de gran clase, internacional y también rebelde. La Federación Española no logró localizarle semanas atrás para que participara en el homenaje que se tributó en Madrid a todos los futbolistas que vistieron la camisola roja. LA NUEVA ESPAÑA ha dado con el ex futbolista en Cuba, donde trabaja como representante de una empresa zamorana de construcción. En La Habana está afincado desde 1996.

-Dice ser muy asturiano.

-Soy hijo de Aladino, de Turón y Concha, de Carbayín, sólo que nací en Sevilla porque mi padre trabajaba en la mina de cobre de Peñaflor, pero al año ya me trajeron para Llaranes definitivamente. Me formé en el Ensidesa de futbolista y fui a la selección juvenil asturiana. Así que soy asturiano de pura cepa.

-¿Qué sabe del actual Sporting?

-Estoy conectado a internet, veo TVE y sigo a diario la prensa de allí. También veo resúmenes de partidos con los amigos. Es bueno que el club esté otra vez en Primera aunque me parece que están pagando aún la novatada de ir pendiente del rival. En la nueva temporada ya manda más y eso es bueno. Veo a chavales con buena proyección.

-En su época, usted marcó huella por la clase que atesoraba.

-Creo que el equipo tenía mucha calidad y por eso brillábamos todos. Basta con citar a Quini, Castro, José Manuel, Churruca, también Puente, Eraña, Tati, Lavandera, Herrero II, además de Ferrero, Morán, Cundi, Uría y tantos otros para entender la grandeza del Sporting. También estaba aquella afición que sufría tanto como ahora porque dábamos una de cal y otra de arena. Aquel Megido era muy fuerte, muy rápido y hacía cosas que le gustaban a la afición. Pero también pequé de tonto.

-Lo dice por su fama de rebelde.

-No. El que no es rebelde a los 20 años, no sirve. Era inexperto y por eso cometí muchos errores. Como enfrentarme al público cuando me pitaba, pegarle un puñetazo a un rival veterano que me provocaba al llamarme maricón o me escupía. Fueron pecados de juventud que pagué muy caros al no contenerme.

-¿Qué le faltó?

-Llegar a un gran equipo porque era un atacante que quería driblar y golear. En los equipos pequeños siempre te mandaban defender y sacrificarte. A veces me quejaba porque si llegué al primer equipo fue por la actitud ofensiva. Sólo faltaba que te pusiesen un carril y sin salirte. Eso para mí no era fútbol. Quizás me acomodé luego un poco.

-¿Cuál fue su mejor partido?

-Tuve buenos momentos. El de más repercusión fue marcar el gol 500 en el Bernabeu. Marqué los dos tantos, pero empatamos a dos con el Madrid y fue mi ruina.

-Llegó a jugar y marcar con la selección absoluta.

-Fue ante Escocia y empatamos. La pena es que mi padre, Aladino, no llegó a verlo. Antes había sido internacional en la categorías inferiores. Luego no me llamaron más y tampoco lo analizo. Me quedo con que luego en el Betis gané la primera Copa del Rey. En el Girondins tuve una experiencia maravillosa. Y en el Málaga y Granada fui el máximo goleador del equipo. Y lo dejé en 1983 aunque tenía buenas ofertas.