Gijón, J. E. CIMA

Abelardo, toda una leyenda del sportinguismo, internacional con el Sporting y el Barcelona de 1989 a 2002, fue destituido ayer como entrenador del filial rojiblanco. Los once partidos sin ganar, y sobre todo la derrota del pasado domingo en Mareo ante el Tenerife B (0-2), han sido el detonante para que el presidente del Consejo, Manuel Vega-Arango, decidiera ayer al mediodía hacer un movimiento en el banquillo y ofrecer las riendas del Sporting B a otro ex jugador, Tomás, que era a su vez el ayudante de Abelardo.

Todo sucedió a las 13,20 horas, cuando Abelardo fue llamado al despacho del presidente Vega-Arango. Tras una reunión de un cuarto de hora, el técnico salió ya como destituido. El máximo dirigente del Sporting le hizo ver a «El Pitu» la delicada situación del filial de cara a perder la categoría, lo que obligaba a tomar medidas en la dirección técnica. De hecho se le ofreció aguantar solamente hasta final de temporada y Abelardo, en un gesto de buen sportinguista y para no interferir en el futuro del equipo, decidió marcharse para que el club quede con las manos libres para fichar un nuevo entrenador.

Abelardo, que empezó a dirigir el Sporting el 3 de julio de 2008 y subió al filial a Segunda B, estaba contento del juego del equipo, pero no supo resolver el problema de la falta de gol de una plantilla que peca de bisoñez atacante. De hecho, se elogió mucho el gran partido en el que el filial arrolló y goleó al Oviedo en El Molinón o ante el Tenerife B, frente al que se cuajó un gran primer tiempo. Mañana, Abelardo acudirá a Mareo a despedirse de sus jugadores.

El presidente, Manuel Vega-Arango, manifestó ayer que lamenta tomar esta decisión «porque Abelardo fue un gran jugador, mejor persona, hombre de la casa y buen entrenador. Pero a veces hay que hacer cosas que no te gustan aunque te duelan».

El máximo responsable del Sporting añadió que «había que mover alguna ficha en el equipo en momento tan delicado y luego hablar con los futbolistas, que son los artífices de las victorias y derrotas, para que vean la gravedad de la situación y se pongan de verdad el mono de trabajo. Costó mucho trabajo y años subir de Tercera a Segunda B y esta es la categoría idónea para que los jugadores de la cantera puedan dar el salto.