Los años dorados de Renault, los del Alonso avasallador que batió por dos veces a Michael Schumacher, llevaron celebraciones masivas a Asturias. Fernando Alonso llega a Ferrari convencido de engordar su palmarés, comprometido con su nuevo equipo y con muchas ganas de responder a la admiración que le profesan sus seguidores. El fenómeno Alonso produce un efecto de imitación. Las tribunas de los circuitos se convirtieron en una marea azul, mezclados los colores asturianos con los que entonces tenía Renault, que aumentó sus ventas de coches gracias al tirón del ovetense. «Será difícil que la gente se empiece a comprar Ferrari, pero es un grupo de empresas grande, con otras marcas de coches. A mí se me vienen a la cabeza las celebraciones en Oviedo, con miles de personas, y sólo pienso en devolver todo ese cariño con un Campeonato del Mundo en Ferrari».