Mario D. BRAÑA

A falta de Messi, el Barcelona se encomendó a Andrés Iniesta, determinante en los goles que desatascaron un partido desangelado. Osasuna volvió a ser un dolor de muelas para el equipo de Guardiola, que tuvo que darle muchas vueltas a la madeja para quedarse con los puntos. Marcaron Ibrahimovic y Bojan, dos «nueves» que necesitan ver puerta para sonreír. Ayer aparecieron en el momento oportuno, para abrir la lata y sentenciar con dos remates tan sencillos como oportunos. El Barça más opaco también sabe ganar.

Sin Piqué, al que Guardiola dio descanso por unos problemas en la rodilla, el fútbol del Barcelona fluyó con dificultad. Osasuna aplicó con convicción y acierto la receta de cabecera antiazulgrana, con una presión adelantada que lograba un doble objetivo: impedía la salida limpia de la pelota desde Valdés y dio sensación de peligro con cada recuperación.

Tras un aviso de Ibrahimovic, salvado por Ricardo, Osasuna tomó el control del partido. El físico de sus centrocampistas (Puñal, Nekounam y Vadocz) se imponía a la sutileza del Barça, que durante un buen rato echó de menos a Xavi, el más indicado para templar, parar y mandar. Durante un buen rato, Osasuna merodeó el área de Valdés, que se apuntó una nueva muesca en su gran temporada con un desvío a córner al cañonazo cercano de Vadocz. Si el portero no reclamó más atención fue gracias a sus centrales, Puyol y Milito, que se multiplicaron para tapar las vías de agua de las bandas.

Sobre el cuarto de hora, coincidiendo con un disparo bombeado de Henry que salvó Ricardo, el partido se igualó para mal. Hasta el descanso, el balón apenas salió del centro del campo, condenando a los delanteros de los dos equipos al aburrimiento. El Barcelona, con Touré y Busquets al mando, fallaba más pases de lo habitual. Y Osasuna, que llegaba con cierta soltura a la zona de tres cuartos, no encontraba nunca el último pase. Como siempre en estos casos, llegado el descanso Guardiola pidió la palabra.

Con la entrada de Pedro por Henry, el técnico azulgrana activó la variante táctica ideada recientemente, con un 4-2-3-1 que da libertad a Messi por detrás del ariete. El Barcelona siguió sin encontrar la brillantez, pero ya se adueñó totalmente del partido. Osasuna reculó para negarle los espacios al Barça, que tardó lo suyo en abrir la lata. Todo empezó con un balón disputado por Messi en el centro del campo, que acabó en pies de Iniesta en el vértice izquierdo del área. El manchego marcó los tiempos para la llegada de Maxwell, que centró raso al área pequeña, donde Ibrahimovic, esta vez sí, empujó a puerta vacía. La ventaja dio un poco de aire al Barça y a Messi, que mandó un remate al poste. Tuvo que ser Bojan, otra vez Iniesta mediante, el que sentenciara.