Oviedo, J. PALACIO

Juan Antonio Samaranch, el dirigente deportivo español más universal, presidente de honor del Comité Olímpico Internacional (COI) tras haberlo presidido desde 1980 hasta 2001, falleció ayer a los 89 años como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria, en el hospital Quirón, de Barcelona, donde estaba ingresado desde el domingo a causa de una insuficiencia coronaria aguda. La capilla ardiente se instalará hoy por la mañana en la Generalitat de Cataluña y el de funeral por la muerte del ex presidente se celebrará a las 18 horas en la catedral de Barcelona.

Samaranch pasará a la historia del deporte olímpico. Nadie podrá discutir su aportación. Fue el presidente del olimpismo más influyente desde el fundador, Pierre de Coubertin. Hizo de los Juegos Olímpicos un verdadero punto de encuentro entre países, incluso cuando el telón de acero era aún una realidad. Sus cargos en la España franquista no le impidieron encontrar apoyos en la Unión Soviética para llegar a la dirección del olimpismo y convertir un movimiento en crisis en los años 80 en uno de los grandes protagonistas del siglo pasado. Nunca antes este acontecimiento deportivo había adquirido una dimensión tan universal y hasta logró con su carisma y habilidad que su ciudad, Barcelona, fuera la sede de los Juegos de 1992, lo que situó a España en la élite del deporte.

Estuvo 21 años al frente del Comité Olímpico Internacional, considerados los más cruciales de la historia olímpica. Hijo de la alta burguesía catalana su vida política fue siempre encaminada a figurar en el deporte, su gran pasión. Portero discreto de hockey sobre patines, ya empezó siendo un gran delegado de equipo porque su brillo estaba en los despachos. Lo demostró sobradamente.

Samaranch fue el artífice de que el olimpismo rompiera el absurdo debate sobre si el deporte era amateur o profesional. Dio la auténtica dimensión de los Juegos. Fue el fundador del olimpismo moderno. Con él, la mujer entró en el COI en 1981 y ahora son el 22% de miembros. Fue un gran innovador que se adelantó a su tiempo.

Desde su cargo incorporó a los atletas a los puestos de decisión con la creación de la Comisión de Atletas. Además luchó por una mayor «limpieza» en el deporte hasta crear en 1999 la Agencia Mundial Antidopaje. En el plano económico, consiguió la autofinanciación desde los Juegos de 1984, gracias a los programas de patrocinio o la venta de derechos televisivos. Tras la denuncia de corrupción en Salt Lake City, acometió una revolucionaria reforma de las estructuras.

En paralelo a su etapa al frente del COI, fue designado presidente de la Caixa, puesto que ocupó entre 1990 y 1999, para ser nombrado presidente de honor vitalicio. Casado con María Teresa Salisachs, enviudó hace 10 años. Deja dos hijos, María Teresa, presidente de la Federación Española de Deportes de Hielo, y Juan Antonio, miembro del COI.