La felicidad de los que celebraron la derrota del Barça ante el Equipo Antes Conocido Como Inter de Milán no pudo ser completa. El equipo de Guardiola ganó en Villarreal jugando bien y está un poco más cerca del título de Liga. Es lo que ocurre cuando la felicidad depende de los males ajenos y no de los bienes propios. Y, ahora, volvamos un momento la vista atrás y echemos un vistazo al partido Barça-Inter de Milán.

Estamos eliminados de la Liga de Campeones. Vale. Puede que Mourinho se haya ganado el corazón de los madridistas y acabe entrenando a Los Otros. Perfecto. Pero de ahí a santificar a Mourinho y hablar del entrenador portugués como si fuera el Napoleón del fútbol hay un abismo. En todo caso, Mourinho es el Napoleón del catenaccio, el Alejandro Magno del cerrojazo, el Gengis Khan del 1-9-0-0. Porque la famosa táctica del profundo estratega Mourinho fue esa, ¿no? Un portero, nueve defensas, cero centrocampistas y, por supuesto, cero delanteros. El Equipo Antes Conocido Como Inter de Milán pasó por Barcelona y se ganó el pase a la final de la Liga de Campeones sin bajar del autobús. Literalmente. Mourinho colocó un autobús delante de la portería de Julio César y su equipo, como decía Helenio Herrera, jugó mejor con diez que con once. La expulsión de Motta sólo sirvió para perfeccionar la táctica: todos a defender, a perder tiempo, a destruir y a convertir a Víctor Valdés en una especie de recogepelotas con licencia para estar en el terreno de juego. ¿Mourinho gran estratega?

El doctor House, para ahorrar tiempo y evitar charlas absurdas, se presenta así a sus pacientes: «Hola, enfermillos y familiares. Soy Gregory House, uno de los tres médicos que pasaremos consulta esta mañana. Soy especialista en diagnóstico y en enfermedades infecciosas y nefrología. Además, soy el único médico del hospital que está aquí contra su voluntad. No se apuren, la mayoría de sus casos los resolvería hasta un mono con un frasco de analgésicos». Mourinho, ese imitador del doctor House en las ruedas de prensa y en las áreas técnicas, también se considera especialista en diagnóstico y enfermedades infecciosas del fútbol, pero le falta humildad para reconocer que sus tácticas las podría firmar un mono con la libreta de Van Gaal. Con todos mis respetos para los monos, para las libretas y para Van Gaal. Jugar una semifinal de la Liga de Campeones con un 1-9-0-0 es legítimo, pero no una genialidad. Algo huele mal en el fútbol cuando la única parada de Víctor Valdés en el Barça-Inter fue sobre un Mourinho que enloqueció sobre el césped del Camp Nou.