Cangas de Onís,

J. M. CARBAJAL

En la jornada inaugural de la apertura de la pesca con muerte del salmón en la cuenca del Sella, el sábado, se dieron cita casi un centenar de pescadores para el preceptivo sorteo de turnos en las zonas libres. Ayer, pese a los tres ejemplares capturados el día anterior, el número de aficionados se redujo de forma considerable. Basten dos ejemplos puntuales: trece madrugadores pescadores en Rozaones y nueve en los aledaños del afamado «puente romano» de Cangas de Onís.

«O no hay o no se ven. Los cuatro salmones que se habían visto pasaron para arriba», así resumía a primeras horas de la mañana la situación el sierense Raúl Sánchez Pérez, autor de la segunda captura de la campaña salmonera en este emblemático río del oriente asturiano, exactamente en lo libre de La Escrita, en la parte alta de la cuenca, el mismo lance donde Cuco Mori dio muerte al campanu sellero del actual ejercicio.

Otros se mostraban algo más optimistas, aunque con mucho recelo. «O sale algún salmón en Tempranes o no sale en ningún otro sitio», profesaba el popular ribereño cangués Ángel Fernández Soto, «Canalón», quien no se mostraba demasiado esperanzado de que las cosas mejoren a corto plazo. «Si no cambia esto de aquí a quince días, puede que hasta vuelvan a cerrar la temporada».

«El agua de nieve es muy mala para los salmones», explica José Manuel Quesada, al que conocen por Pepe el de La Jorcada. No obstante, el veterano ribereño considera que «el mal está en el mar» a causa de la pesca industrial de los barcos. «Les escopetes y les cañes, legalmente, no acaban con la caza y la pesca. A finales de agosto o primeros de septiembre conté 18 salmones en Rozaones; en puente Les Roces había salmones. ¿Por qué no vienen? Porque los garran les redes», sentencia Quesada, con más de sesenta años de pescador y varios campanos a sus espaldas, el último en 2009 en el cántabro Pas.

En el Cares-Deva también bajó la afluencia de aficionados respecto al sábado en las zonas libres, y las lluvias caídas en la tarde acabaron por espantar del río a la mayoría.