Madrid, M. D. B.

A una semana de la primera criba, la principal preocupación de Del Bosque es el estado de algunos jugadores clave, como Fernando Torres, Cesc o Xavi. Como siempre, el seleccionador da tiempo al tiempo: «Estoy seguro de que todos van a decir que están bien. Seremos nosotros los que valoraremos, porque no podemos ir con dudas. El más preocupante, por las dos operaciones que lleva, es Fernando Torres. Algún riesgo podemos correr porque para eso llevamos 23 jugadores».

Del Bosque cortó ayer cualquier atisbo de polémica sobre las molestias de Xavi. En primer lugar, dio credibilidad a las explicaciones de Pep Guardiola y zanjó el asunto con una frase rotunda, fruto de su experiencia con el centrocampista del Barcelona: «Xavi es un chaval absolutamente comprometido con la selección».

Otro asunto recurrente en las últimas semanas es la elección del tercer portero. Del Bosque dejó claro que, hoy por hoy, Casillas es el titular y Pepe Reina el número 2. Y que la tercera plaza está entre Diego López y Víctor Valdés. Una elección que depende de tres variables: «El presente más rabioso, el pasado y, por último, cosas que no son cuantificables, de índole interna».

Para Del Bosque, la elección no es ninguna broma porque «el tercer portero no es testimonial». Y aclaró que la relación entre Reina y Valdés no será un problema: «Por lo que sé, algo ocurrió en La Masía cuando tenían 12 años. Ahora son dos adultos, con hijos y profesionales intachables. A partir de ahí es cosa nuestra que no sea nocivo para la selección».

El técnico no tuvo reparos en citar a De Gea, del Atlético de Madrid, como el valor de futuro para la portería de la selección española.

A Del Bosque no le parece mal que la selección española aparezca entre las favoritas al título, pero advierte a los que consideran la fase de grupos como un trámite: «De momento sólo pensamos en Suiza, Honduras y Chile». Y para reforzar su discurso puso dos ejemplos conocidos de selecciones superfavoritas que se llevaron grandes chascos: «Todo el mundo se acuerda del Maracanazo del 50, cuando Brasil perdió con Uruguay. O la derrota de Hungría, que tenía un auténtico equipazo, contra una Alemania discreta en el del 54».