Stephen Hawking cree que el hombre viajará al futuro en naves espaciales aplicando la teoría de la relatividad. El científico británico lo contará en un documental de televisión este domingo y, como la penúltima jornada de fútbol en Primera se adelantará al sábado, están ustedes emplazados a conectar al día siguiente con Discovery Channel. La afición del Sporting necesita ampliar conocimientos en astrofísica y constatar que Albert Einstein dejó abierta la posibilidad de ahorrarse el desasosiego de estos inciertos finales de Liga viajando en el tiempo.

Calcula Hawking que circulando a mil millones de kilómetros por hora durante seis años, un vehículo tripulado podría adelantarse al futuro. A esa velocidad probablemente saltarían los radares móviles de Begoña Huergo, pero el experimento resultaría muy recomendable en el plano sanitario. Si viajar al futuro es perfectamente factible para el ser humano, y va a haber billete de ida y vuelta, yo ya veo a peñistas rojiblancos con arritmias, hipertensiones y desórdenes vasculares promoviendo la creación de una plataforma ciudadana para urgir la instalación en Cabueñes de un laboratorio de condensadores de flujo, como el del excéntrico «Doc» Brown en «Regreso al futuro». Una vez a pleno rendimiento, esa máquina del tiempo debería integrarse en el Sespa por su interés social, si para entonces ya estuviera solucionado lo de Arriondas.

Mientras la Alcaldesa se decide a mandarle un correo electrónico a Stephen Hawking para preguntarle si el conocido modelo De Lorean del doctor Brown se podría fabricar en nuestra milla del conocimiento, con fondos estructurales y una conjunción de sinergias, la hinchada rojiblanca sigue aferrada a la calculadora. Lo peor de este endiablado calendario ya no es que el Sporting se niegue sistemáticamente a sumar los puntos de tres en tres, ni siquiera cuando sale del marasmo y lo borda, como anteanoche; es que un día tienes que verte saludando con desaforado entusiasmo un gol de Bojan al Tenerife, otro día te pones a dar brincos con un apasionante empate a cero del Getafe en Valladolid y al otro se te saltan las lágrimas viendo un cabezazo agónico de Cristiano Ronaldo a las redes del Osasuna. Por no tener a mano los planos de la máquina del tiempo, el otro jueves me sorprendí a mí mismo celebrando como un hincha del Frente Atlético el gol de Forlán en Anfield, y eso que el Liverpool ya era mi segundo equipo favorito cuando Rafa Benítez todavía no tenía ni el título (de bachiller). Comparando equipos de fútbol con órganos humanos, el Liverpool representa para mí lo que el cerebro para Woody Allen, pero es que mi primer órgano, digo equipo, también necesita un acopio de sinergias.

La prevención es la base de la buena salud. Si todavía no podemos extraer de la ciencia un compromiso para templarnos los nervios al final de cada temporada con un anticipo del desenlace en la clasificación por la vía de la astrofísica, la opción al alcance es una iniciativa institucional en Mareo: que Preciado introduzca su próxima rueda de prensa citando solemnemente a Mel Calman, un conocido dibujante de historietas que declaró haber abandonado el masoquismo porque estaba disfrutando demasiado.