Oviedo, Álvaro FAES

El fin de semana peligroso para el Barcelona casi termina en catástrofe para el Madrid. Tanto mirar al otro lado, tanto especular si la eliminación europea afectaría al rival, que parecía que los tres puntos de anoche ya estaban en el saco blanco antes de jugar. Salieron los partidos al revés. El Barcelona ganó en Villarreal sin despeinarse y el Madrid las pasó canutas con Osasuna. Al final fue Cristiano el que devolvió a la vida a un paciente para el que ya encargaban los servicios fúnebres. Cabeceó en boca de gol un buen centro de Higuaín cuando Osasuna estaba fundido y en Barcelona ya se aceptaban reservas para la fiesta de Canaletas.

Fue curiosa la actitud del Bernabeu. Con su equipo volcado sobre el grupo de Camacho y un Ricardo de dulce que lo sacaba todo, en el patio de butacas comían pipas como si nada. Han visto tantas veces esta película en Chamartín que el final ya no sorprende. Ni siquiera cuando Masouda falló una ocasión escandalosa, a portería vacía, después de plantarse junto a Vadocz frente a Casillas.

Hubo una temporada que era Higuaín el que ganaba a la heroica. Cabalgaba con fe y acababa marcando. Ayer estuvo en la jugada decisiva pero el clavo al que se agarra Pellegrini se llama Cristiano Ronaldo. Tiene una marcha más que el resto y un hambre voraz. Es el chupón del patio del colegio pero tiene tanta fuerza, tanta fe, que era el único con un poco de lucidez para hacer algo.

Todavía después de marcar pegó un balonazo al poste, pero es que el portugués ya había hecho de socorrista en la primera parte. Albiol se perdió en un control infantil y regaló el primer gol a Aranda.

Iban seis minutos y el Madrid se lo ponía difícil a sí mismo sin dar tiempo a cachear a los navarros para ver qué armas se habían llevado desde Pamplona.

El Madrid no jugó mal con el balón pero sin él pasó muchos problemas. Su medio campo fue blando y eso se agravó al convertirse en un equipo demasiado largo, partido en dos entre los encargados de la contención y el ejército que corría hacía la portería de Ricardo a toque de corneta.

Apareció otra vez Kaká por el once y lo suyo fue ni fu ni fa. Vio en primer plano un paradón de Ricardo cuando cebeceó aún con el 0-1 y luego estuvo simplemente correcto. Los focos fueron para Cristiano. A la tercera galopada conectó el empate junto al palo y al final se empeñó en tirar de la tropa blanca hacia una victoria imprescindible.

En el segundo gol visitante, Ramos y Albiol repitieron pifia al dejar a Aranda controlar un saque de banda estratosférico de Azpilicueta en el corazón del área. Marcó Vadocz pero al minuto, Marcelo ¡de cabeza! empataba. Parecía facil para el Madrid pero los minutos fueron pasando y la madeja se fue enredando, hasta que Cristiano tiró del hilo cuando la Liga ya se iba.