Gijón, Nacho AZPARREN

El asunto no dejaba de ser un simple rumor. Uno de los tantos que circulan por los foros de internet, espacio tan sugestivo para los amantes de las teorías conspirativas y complots judeo-masónicos. Hasta que salió a la luz en el programa El Larguero de la Cadena SER y se expandió con una rapidez inusitada. Según esta teoría, Sporting y Racing habrían alcanzado un pacto tácito según el cual los puntos de la última jornada irían a parar al rival más necesitado. Para añadir más dramatismo al asunto se le aplicó un nombre digno del mejor thriller: «El pacto de Llanes». La polémica estaba servida y las mentes más retorcidas no han tardado en sacarle jugó.

Con todos los ingredientes sobre el plato, los foros empezaron a echar humo. Los aficionados del Valladolid, Tenerife, Xerez y Málaga comenzaron a acusar sin miramientos a los equipos supuestamente implicados en el acuerdo. Pero la cosa no queda ahí. Incluso los aficionados sportinguistas se dejan seducir por los encantos de esta rocambolesca historia. Eso es lo que se desprende de una encuesta llevada a cabo en la web de Portal sportinguista. En ella, el 60 por ciento de los votantes se declaran creyentes del supuesto pacto.

En tal tesitura el máximo dirigente del Racing, Francisco Pernía, ha tenido que salir a la palestra para desmentir los rumores. «El pacto de Llanes es un invento de los enemigos del Racing», pronunció en los medios locales. Sin querer señalar directamente, la acusación de Pernía parece salpicar a su homólogo en el Valladolid, Carlos Suárez, enfrascado desde hace semanas en una lucha dialéctica a través de los medios con el resto de equipos que pelean por la salvación. Así lo demuestran sus palabras después de la derrota hace una semana en el Calderón: «No es que interese que el Real Valladolid se vaya a Segunda, interesa que otros equipos no bajen».

Una vez más el Sporting se ha visto inmerso en una guerra que no le interesa, como ya ocurriera con la mediática lucha entre Madrid y Barcelona y los supuestos favores arbitrales. Preciado ha sido claro desde un principio: no se sentiría culpable por vencer en Santander en la última jornada. El equipo puede viajar con la relajación típica del que ha conseguido su objetivo antes de tiempo, pero la entrada de jugadores menos habituales puede darle un plus de agresividad. En Santander rezan porque no sea así mientras en el resto de España observarán el partido con recelo.