Gijón, Nacho AZPARREN

La tormenta desatada fuera de Gijón recomendaba estar en un segundo plano durante toda la semana. Así lo entendieron los jugadores del Sporting, con declaraciones serenas que evitaran referencias a pactos y demás teorías conspirativas que pudieran alimentar la polémica. Hasta que Barral apareció en la sala de prensa. El gaditano nunca se ha caracterizado por la mesura en sus palabras y, con tan poco en juego, dio la enésima muestra de cómo se puede poner picante a un partido con poca chicha. El delantero comenzó a alterarse cuando se le mencionó el nombre del entrenador rival, Miguel Ángel Portugal. «Tengo una pequeña espina clavada con él, es el entrenador que más daño me ha hecho en mi carrera deportiva», pronunció el gaditano a modo de presentación.

La historia viene de lejos, concretamente de la temporada 2005-06. Barral competía por un puesto en el Real Madrid Castilla, el penúltimo escalón antes de alcanzar la gloria. Con la competencia de Negredo y Soldado, el gaditano había logrado disfrutar de oportunidades durante la primera vuelta de la competición con López Caro en el banquillo. Pero, una vez alcanzado el mes de diciembre, el club comunica la destitución de Luxemburgo como entrenador del primer equipo y el propio López Caro pasó a dirigir a los galácticos. Miguel Ángel Portugal se haría cargo del Castilla y entonces comenzaron los problemas con Barral. «Me tuvo seis meses totalmente apartado del equipo. Fue una época en la que sufrí mucho», recuerda. En su momento se apuntó a presiones desde las altas esferas del club para que el gaditano, que no aceptó la oferta de renovación de la entidad, dejara de contar. «Rechacé su oferta, pero mi respuesta no debería influir en el planteamiento del entrenador, me imagino que sería decisión de él?», comenta Barral con cierta ambigüedad. El resto de la historia es ya conocido. El andaluz dejó el club el 30 de junio, libre, y el Sporting no tuvo que pagar precio alguno por su adquisición.

El particular infierno de medio año de Barral no se ciñó a ese olvido repentino por parte del entrenador. «Sucedieron miles de anécdotas que no quiero recordar ahora», expresa el delantero. Con el paso de los minutos, Barral se anima a relatar alguno de los incidentes: «Me mandó calentar después de haber hecho los tres cambios». Y sentencia su relación con el técnico con una frase lapidaria: «Si yo le hiciera a Portugal el mismo daño que él me ha hecho a mí, el domingo bajaban». A pesar de todo, el ariete le intenta quitar hierro al asunto al afirmar: «Hubo muchas cosas, pero ahora me las tomo a risa. Si me cruzo con él, lo saludaré». En tono más jocoso, Barral finaliza sus referencias a Portugal asegurando: «Tranquilos, que no voy a marcar. ¿Qué queréis, que meta tres goles, cuando no lo he hecho en todo el año? Haré lo que pueda, y punto»

Por si las referencias al entrenador del Racing no fueran suficientes para calentar el choque, Barral esgrime más argumentos: «A mí me gustaría que se salvaran el Málaga y el Xerez, porque son andaluces. Eso significaría hacer más viajes a mi tierra y ver a mi familia». Consciente del lío en el que se estaba metiendo, el delantero intenta quitar hierro a sus declaraciones al final de su discurso, aunque el mensaje no quedara muy claro: «No es que quiera ganarle al Racing? Bueno, en realidad me da igual. Me refiero a que no le tengo unas ganas especiales», sentencia.

Así es Barral, una persona para la que no existen medias tintas. Sus cuentas pendientes pondrán más garra a un encuentro demasiado cómodo. En Málaga, Xerez, Tenerife y Valladolid lo celebrarán.