Los entrenadores del Real Madrid perecen al atardecer. El equipo con jugadores galácticos, al anochecer. Los proyectos fallidos se descubren al amanecer porque hay programas pensados por la mañana que son indigestos por la tarde, y los ideados por la noche, monstruosos a la luz del Sol. Manuel Pellegrini era cabeza de turco desde el primer día. Y ha habido más de una Salomé pidiendo la cabeza del Bautista desde el comienzo de temporada. El madridismo encontró pronto un culpable. Ahora, el club debe hacer otra gran inversión para apuntalar un equipo con carencias defensivas y en la zona de creadores de juego.

A Pellegrini le buscaron las vueltas desde antes de que firmara su contrato. Se aireó que era el tercer hombre, que se le fichaba porque habían fallado los intentos de convencer al italiano Carlo Ancelotti y al francés Arsène Wenger. Éste fue el más explícito al comentar que el Madrid no es el mejor lugar para un técnico futbolístico.

Florentino Pérez invirtió 260 millones de euros para contratar a Cristiano Ronaldo, Kaká, Albiol, Benzema, Arbeloa y Xabi Alonso. El equipo no hizo el juego fluido que se deseaba y la comparación con el Barcelona fue ampliando el volumen de las discrepancias. No jugaba bien, pero ganaba.

Pellegrini no era apreciado por la «Brunete mediática» porque no es hombre que cuente chistes, que pretenda ser gracioso, que pronuncie titulares ni cree conflictos que llevar a las portadas. Era lo menos adecuado para las luchas de tiradas y audiencias. En Madrid comienzan a tocarle los costados a Pep Guardiola porque no concede entrevistas a diario y aguanta micrófonos de madrugada. Pellegrini siempre respondió, pero no participó en festejos mediáticos.

El club planificó al temporada con grandes fichajes y salidas de jugadores que no interesaban. Pellegrini pidió que conservaran a Sneijder y Robben, ambos finalistas en Liga de Campeones y triunfadores en el Inter y Bayern Munich, respectivamente. Le dijeron que no podía contar con Van der Vaart y éste protestó. El entrenador trató de calmarlo y, finalmente, al no encontrar comprador, se quedó. Con el tiempo demostró que es jugador válido. En los partidos en los que sustituyó a Kaká dejó en el ambiente la idea de que quien sobra en el juego del equipo es el brasileño.

Los grandes fichajes no crearon grupo. Pellegrini tardó tiempo en convencer a los jugadores de que la victoria depende del grado de solidaridad entre ellos. Cristiano se pasó más de un partido manifestando discrepancia ante los espectadores respecto de sus compañeros. Se las tuvo con Higuaín, quien trataba de defender su puesto y su condición de goleador y alguna vez se olvidó de que podía pasar al balón al portugués.

Cristiano acabó con las tiranteces cuando impuso su categoría y sus goles decisivos. Kaká no logró asentarse como jugador fundamental. Se perdió quince partidos y marcó sólo siete goles en la Liga española y uno en la europea. La pubalgia y otras pequeñas dolencias lo apartaron de la lucha decisiva. Llegará al Mundial con Brasil en perfecto estado de revista.

Guti es jugador de gran calidad, pero campeón del pijerío. Su discutible modo de vida, sus apariciones en pasarelas y regiones de gente con «glamour» no le han ayudado a mantenerse en forma y de ahí que haya sido jugador para segundas partes. Cuando se le ha alineado como titular, su fracaso ha sido evidente. Raúl perdió la titularidad a pesar de los cantores que aún tiene y al final sufrió la lesión que le impidió jugar algunos minutos más. En sus apariciones luchó con denuedo, pero ya no está para grandes cimas.

Benzema costó 35 millones de euros. Es joven, tiene futuro, pero ha sido suplente y se ha dejado ganar la partida por Higuaín. Florentino discutió el precio por Villa, como suele hace cuando se trata de futbolistas nacionales, y se quedó sin un delantero más rentable, al menos de momento, que Benzema. Ahora, encima, lo tendrá enfrente vestido de azulgrana.

Para resolver el centro del campo fue contratado Xabi Alonso, que no es Xavi Hernández. Con el guipuzcoano se apuntaló la labor defensiva, pero no mejoró la creación del juego porque Diarra y Lass no son artistas del género. Granero, la gran esperanza canterana, es buen futbolista pero no alcanza el nivel que exige el Madrid. Es futbolista que puede madurar.

La zona defensiva padeció la lesión de Pepe. Albiol demostró sobradamente que tenía sitio en el equipo y ha sido pieza fundamental en la zaga, donde ha tenido por compañeros en el centro a Garay y a Sergio Ramos.

El futuro madridista debe estar basado en el despido de varios jugadores y la contratación de quienes apuntalen un equipo con aspiraciones de derrotar al Barça. Para empezar, necesita un suplente para Casillas. La defensa no cuenta con laterales zurdos a pesar de que Pellegrini ha conseguido asentar a Marcelo. Sin éste, Arbeloa se ve obligado a jugar en la izquierda.

Para la creación de fútbol, para intentar remediar las carencias de los centrocampistas, Florentino tendrá que hacer otra gran inversión. Hasta ahora, el equipo ha mostrado más potencial atacante que defensivo. Ha jugado a base de arreones. Ha tenido la gran virtud de recurrir a la épica para ganar partidos. Ese espíritu de duros fajadores necesita el apoyo de finos estilistas. Sin ellos, el equipo continuará sin pasar de los octavos de final en Europa, derrota que no es achacable a Pellegrini porque la ha padecido ya en seis ocasiones.

Con el fichaje de José Mourinho, Florentino tendrá que aceptar la dictadura de este caballero, enfadado con el mundo y pájaro que no suele hacer nido. Exigirá capacidad para fichar y despedir. Dejará sin función a Jorge Valdano y a Miguel Pardeza. Florentino tendrá que poner árnica hasta que el conflicto estalle.

El Madrid, desde que perdió a Luis Molowny y Vicente del Bosque, ha carecido de gente de la casa poniendo orden en fichajes y fomentando la cantera. Florentino es partidario de ejecutivos de ida y vuelta.