Muchas dudas en Ferrari y bronca del jefe. Al tiempo que el australiano Mark Webber se hacía con su tercera pole consecutiva y prolongaba el pleno de Red Bull -siete de siete esta temporada-, en la casa italiana trataban de asimilar la mayor decepción de lo que va de año. Dolía ver tan atrás en la parrilla a sus pilotos. No es la primera vez que les pasa, pero en Estambul no hubo elementos extraños. Ni lluvia imprevisible, ni accidentes, ni motores sobrecalentados. Simplemente sus coches no iban. «Es una cuestión de aerodinámica», apunta Fernando Alonso. Felipe Massa busca remedios: «Debemos tener calma y analizar los motivos que nos han llevado a esta situación».

La «situación» es que el brasileño saldrá octavo en la carrera de hoy y que a Fernando Alonso habrá que buscarle en la casilla número doce de la parrilla. El director del equipo pide un golpe de timón. «Tenemos que reaccionar de inmediato, empezando por esta carrera», empuja Stefano Domenicali.

La sesión clasificatoria de ayer perdió emoción casi desde el inicio. Pronto los de Red Bull señalaron que la pole iba a estar otra vez en sus manos. Siguen al dedillo la hoja de ruta. El viernes ensayaron con el «conducto F», pero ayer lo retiraron. Ahora ya tienen datos de la pista y tiempo para trabajar en el sistema hasta que llegue Canadá, la próxima cita, el 13 de junio.

Vettel y Webber pasaron al frente el primer corte, siempre el alemán al mando pero al final, el prometedor piloto, ese que le pone nombres de mujer a sus coches, cometió un error en la primera curva y dejó la pole en bandeja al australiano. El inesperado líder aguanta el tipo y sólo Hamilton le siguió la corriente. A su compañero y a Button les metió el «aussie» medio segundo, una paliza para una sola vuelta.

Mientras la gloria se repartía por delante, Ferrari vivía su particular via crucis. Alonso ya sufrió en la Q1. Tenía a todos los buenos por delante: Red Bull, McLaren, Mercedes... y hasta Renault. Noveno al primer corte. Luego le llegó la bofetada. A la calle en la Q2, incapaz de colarse el asturiano entre los diez punteros. Esperó hasta el final de la tanda, táctica clásica para encontrar la pista en mejores condiciones, con más goma. Al primer intentó falló. Y también al segundo, incapaz de bajar de 1.27.6, su crono más repetido.

Ferrari se pasó todo el fin de semana probando la evolución de su «conducto F». Estrenaron chasis y hasta cambiaron el lugar del orificio por el que circula el aire hacia el alerón trasero. Pero nada. Ni siquiera consiguieron una buena velocidad punta, la ganancia que se le supone al alerón mágico. Los 311,9 por hora de máxima de Alonso y los 311,2 de Massa sólo ocupan los puestos undécimo y decimocuarto en el ranking de los más veloces. Al frente, los McLaren de Button y Hamilton, con 320.

Y comprometieron el rendimiento aerodinámico del F10, el verdadero lastre del Ferrari en Estambul. No hubo diagnóstico anoche en el castillo de la Scuderia. Solamente votos de cambio, de reacción. Que el campeonato es muy largo y quedan muchos puntos en juego, dice el mensaje que sale del equipo italiano...

El aviso de Domenicali se tomará al pie de la letra en la fábrica de Maranello. El jefe no pudo ser más claro: «Hay que sumar los puntos que podamos y después acelerar con el desarrollo del coche para que sea bueno en todo tipo de pistas». No es Domenicali hombre de grandes broncas pero el inesperado y alarmante bajón de Ferrari en Turquía enciende las primeras luces de alarma. «Massa dio el máximo y sacó todo su potencial al coche. Alonso no hizo una Q2 perfecta y cuando las diferencias son tan pequeñas lo que pasa es que te quedas fuera», comentaba.

El piloto brasileño lamenta también la situación. «Hemos sido más lentos que todos nuestros rivales, no nos queda más remedio que trabajar duro para volver a estar arriba cuanto antes».

Los otros dos pilotos españoles de la parrilla también se quedaron en la Q2. Pedro de la Rosa (decimotercero) colocó su Sauber justo detrás de Fernando Alonso, y Jaime Alguersuari saldrá con su Toro Rosso tres posiciones más atrás. Asombró Kobayashi con su Sauber, colado por sorpresa en la Q3 y pendiente ahora, como De la Rosa, de que el coche por fin les permita acabar una carrera.