Oviedo, E. CASERO

«Salvemos al Oviedo» es el lema que ha elegido la Asociación de Peñas del Real Oviedo, APARO, para la manifestación que ha convocado para el próximo 3 de junio, a las 20.30 horas, en la plaza del Ayuntamiento. El objetivo de esta movilización, a la que animan a participar a todos los oviedistas, es conseguir que el máximo accionista, Alberto González, abandone la entidad azul. La situación para los seguidores azules ya es insostenible. Los dirigentes de la asociación quieren dejar claro que esta movilización es única y exclusivamente contra los dirigentes azules y no contra el Ayuntamiento -segundo máximo accionista y dueño de las marcas del Oviedo, adquiridas en marzo de 2009 por un valor de tres millones de euros de los que a la entidad azul sólo le falta por cobrar medio millón-, «que bastante ha hecho ya y al que le pedimos que propicie la salida de este hombre cuanto antes», dijo Jaime Campillo, vicepresidente de la APARO, «y que tome cartas en el asunto ante el desencanto de la afición oviedista y la ciudad en general con los actuales dirigentes que están al frente del Oviedo».

El rechazo de la afición hacia el máximo accionista viene de atrás, aunque se ha ido acrecentando, y mucho, en los últimos meses.

Su inversión en el Oviedo en la ampliación de capital de diciembre de 2006 le convirtió en el máximo accionista del club azul. La llegada de Control Sport Siglo XXI -sociedad en aquel momento compuesta por Alberto González y Saturnino Sanchez, presidente del grupo inmobiliario Proescor, que abandonó poco tiempo después- y propiciada en parte por las intenciones del empresario alicantino Francisco Gómez (El Paloma) de hacerse con la mayoría accionarial del club azul, fue recibida con un soplo de aire fresco en el oviedismo, e incluso en la junta general de accionistas celebrada el 18 de enero de 2007 en la que se materializó su mayoría accionarial, fue recibido por vítores y aplausos por parte de los presentes. Fue un minuto de gloria porque su comunión con el entorno oviedista duró muy poco.

El equipo en ese momento militaba en Segunda División B, lo dirigía Toño Velázquez y presidía la entidad Juan Mesa. El nuevo consejo lo componían Alberto González, Toni Fidalgo, Dámaso Bances y José Ramón Prado -compañeros de aventura de González en Lacera Naranco de balonmano-, Miguel Cano, Ángel Martín y José Manuel Costas.

Toni Fidalgo tomó el relevo de Lafuente en la presidencia pero apenas aguantó un mes. A los 27 días fue relevado en el cargo por Miguel Cano. Fidalgo abandonó el club por discrepancias con el máximo accionista, que no le dejaba participar en la toma de decisiones. Junto a Fidalgo se fue también Sabino López, hasta ese momento secretario del consejo y su hombre de confianza. Cano asumió la presidencia del club el 16 de febrero de ese año y presentó su renuncia el 18 de junio. ¿Sus motivos? Los mismos que los de su predecesor: no tener ningún margen de maniobra dentro del club. Su puesto lo ocupó Dámaso Bances, quien se convirtió en el cuarto presidente del Oviedo en seis meses y que medita seriamente su marcha junto con los consejeros Ataúlfo Valdés y Pepe Costas, porque ya no comulgan con González y su mano derecha, Ángel Martín, responsable de la parcela económica. Una parcela que, aunque intentan presentarla como saneada, va de mal en peor.

El 29 de junio de 2007 el Ayuntamiento, como había prometido meses atrás el Alcalde, acudió a la ampliación de capital del club e invirtió un millón de euros, pasando a ser el segundo máximo accionista del Oviedo por detrás de Alberto González y por delante de Celso González y Francisco Gómez.

Esa temporada el Oviedo descendió a Tercera División y el máximo accionista contrató al mediático Lobo Carrasco para dirigir al equipo. El equipo disputó la fase de ascenso a Segunda B pero fue eliminado por el Caravaca. El técnico fue destituido antes del último partido de la eliminatoria, disputado en el Tartiere. Ese verano llega al banquillo Raúl González y asume la dirección deportiva José Manuel Martínez. Ambos confeccionan una plantilla de garantías que logra el ascenso a Segunda B en mayo de 2009 tras haber hecho grandes números.

Durante esa campaña fueron varias las muestras de rechazo de la afición hacia Alberto González, pero fue el verano pasado cuando el cisma comenzó a crecer, sobre todo a raíz de las maniobras de González de contratar a Fernando Vázquez a espaldas de varios consejeros, el técnico de ese momento, Raúl González, y la dirección deportiva. Cuando se le encendió el «bombillu».