El portugués José Mourinho demostró este lunes, durante su presentación como entrenador del Real Madrid, sus grandes dotes de dominador de la situación, de saber estar ante la prensa, de querer ser el gran protagonista del escenario madridista.

Ante los casi tres centenares de representantes de los medios informativos (una cincuentena de ellos extranjeros) que se dieron cita en la sala de prensa del Santiago Bernabéu, Mourinho ratificó su estilo de llevar las preguntas a "su" terreno, dar la vuelta a las más complicadas y dejar por sentado que ahora el "galáctico" es él.

Su llegada al Santiago Bernabéu, tras haber pasado la mañana de este lunes desayunando en la Ciudad Deportiva madridista de Valdebebas, donde ya contactó y habló con el capitán Raúl González, resultó llamativa: lo hizo en un "Ferrari".

Le esperaban una decena de fotógrafos y medio centenar de aficionados deseosos de poder asistir al acto de presentación, pero no pudo ser, ya que el propio Mourinho pidió que se realizará en la sala de prensa y no en el palco de honor.

Antes de someter a las preguntas de los periodistas, el ex entrenador del Inter realizó el protocolario acto de la firma de su contrato por las cuatro próximas campañas (unos 10 millones de euros por cada una).

Lo hizo en la Sala de Juntas del club, ante el presidente de la entidad, Florentino Pérez; el director general, Jorge Valdano; el director deportivo, Miguel Pardeza; y el presidente de honor, Alfredo Di Stéfano.

Tras la firma, a Mourinho se le entregaron los regalos habituales para estas ocasiones: un reloj de oro, una réplica del estadio Santiago Bernabéu, una estilográfica y una camiseta con su nombre y el dorsal número "1".

Luego, con traje y corbata azul, esta con el nudo poco apretado al cuello, y camisa blanca, Mourinho salió a la sala de prensa acompañado de Valdano, que ejerció como maestro de ceremonias. Los dos fueron los únicos que se sentaron en la mesa principal y posaron unos cinco minutos ante los numerosos fotógrafos y cámaras de televisión que querían inmortalizar el momento.

En su salsa

A Mourinho se le veía alegre pero sin esbozar una amplia sonrisa, dominador de la situación, en su salsa. Sabedor de lo que le esperaba, pero no menos de que iba a capear el momento. Contestó a las muchas preguntas que se le hicieron durante casi cincuenta minutos en cuatro idiomas (español, portugués, inglés, italiano).

En todas sus respuestas miraba fijamente a quien le hizo la pregunta. Y mostró una cierta complicidad con Valdano, a quien tocaba en el codo para que fuese quien primero respondiese a las preguntas dirigidas a ambos.

Dejó constancia de su filosofía de juego y de vida, también de su ironía y, en fases, supo darse un gran autobombo: "soy un entrenador con muchísima autoestima", "no se si soy el mejor entrenador, pero los tres títulos logrados me hacen candidato este año a ello", "revalorizo a mis jugadores" o "al próximo entrenador del Inter le regaló poder ganar tres trofeos", son algunas de sus frases.

También supo, entre medias, lanzar mensajes a la prensa sobre cómo será la relación futura entre ambos: "Entre el jugador y el entrenador la prensa no entra", "lo que voy a hacer esta semana es problema mío, no suyo (a pregunta de una periodista)".

"Galáctico"

Mourinho se mostró en su estado puro. El que gusta a algunos, pero causa rechazo en otros muchos. Empezó a dejar claro de que, a partir de ahora, el "galáctico" será él.

Se abre, pues, una nueva etapa en la presidencia de Florentino Pérez; un proyecto inédito, donde es más importante el entrenador que el jugador, donde el rumbo lo marcará quien está en el banquillo.