Pretoria, Agencias

Los problemas crecen en Francia y arrastran a la revuelta. Lo que mal empieza, mal acaba, y Francia llegó ya a la Copa del Mundo de malas maneras con aquel gol nacido de una mano de Henry que condenó a Irlanda. Y ya en Sudáfrica el pobre juego y los malos resultados están dinamitando a un grupo que hace unos años era la admiración del mundo. Hoy, como dice Frank Ribery, el jugador del Bayern, «todo el mundo se ríe de nosotros».

La jornada de ayer fue especialmente movida después de que los jugadores franceses, los orgullosos «gallos», se negaran a entrenar en la sesión prevista para la tarde en Knysna en protesta por la expulsión de Nicolas Anelka, según señalaban en una carta que era leída por el seleccionador, Raymond Domenech.

«La Federación nunca ha intentado proteger al grupo. Ha tomado una decisión unilateral basada en hechos relatados por la prensa. Como consecuencia, y para mostrar nuestra oposición a esta medida, todos los jugadores han decidido no participar en la sesión de entrenamiento», señaló Domenech.

La expulsión de Anelka se produjo la tarde del viernes después de que el diario «L'Équipe» desvelase que en el descanso del partido contra México, disputado el jueves, el delantero del Chelsea replicase a Domenech con un «vete a tomar por el culo, sucio hijo de puta» cuando el técnico le recriminaba su falta de compromiso.

Los compañeros de Anelka en la selección han salido en su defensa y han atacado al «traidor» que filtró a la prensa el incidente del vestuario, negando que Anelka se manifestara en estos términos. El propio Domenech se mostró contrario a la expulsión, pues «lo que pasa en una esquina del vestuario debe quedar en una esquina del vestuario».

Con los ánimos ya calientes por la expulsión de Anelka, ayer se producía un nuevo altercado entre el capitán, Patrice Evra, y el preparador físico, Robert Duverne, según confirmó el delegado de la Federación, Jean-Louis Valentin, que ha presentado su dimisión. La discusión tuvo lugar en el césped y ante la mirada de decenas de aficionados que habían acudido a una sesión inicialmente abierta al público.

Duverne, un hombre muy próximo a Domenech, llegó a lanzar su silbato al suelo antes de ser calmado por otros colegas.

Posteriormente, los jugadores decidieron suspender unilateralmente el entrenamiento, indicó Valentin. «Los jugadores no quieren entrenarse. Es una vergüenza. En estas condiciones he decidido volver a París y presentar mi dimisión», afirmó el delegado federativo.

«Todo el mundo se ríe de nosotros. Pasamos por momentos muy difíciles. Esto ha explotado y estamos sufriendo. Desde la Eurocopa de 2008 no hay más que problemas. Lo que se ha dicho no es lo que pasó en el vestuario. No es normal que un jugador sea expulsado por eso y menos sin hablar con los que estaban allí», señaló un Frank Ribery con lágrimas en los ojos.

Francia tiene un punto tras dos partidos, y un empate en la última jornada entre Uruguay y México calificaría a ambos, aunque los galos ganen el martes a Sudáfrica.