Singapur, Álvaro FAES

Agotado, Fernando Alonso se sentó a la espera de que le llamaran para acudir a la ceremonia en el podio. Vació sobre su cabeza una botella de agua, se ajustó la gorra y pasó al baño de champán. Casi dos horas de máxima concentración le habían dejado exhausto, reventado. Sesenta y una vueltas sin poder permitirse el mínimo error, porque detrás, muy cerca, casi subido a su chepa, venía el alemán Sebastian Vettel con el colmillo afilado, deseando los 25 puntos que tenían el nombre del piloto asturiano. «Ha sido una carrera muy dura, desde el punto de vista físico y también para la mecánica del coche», explicó el asturiano en la posterior comparecencia ante los medios.

Dejó el circuito de madrugada, pasada la una, pero no se libró del baño de multitudes. Levanta pasiones en Asia ya desde su primera etapa en Renault y las victorias en Singapur ayudan a mantener la llama. Ahora, como piloto de Ferrari, el fenómeno Alonso se dispara.

«Esto es muy bueno para él y para sus fans», analiza una veterana periodista japonesa, que pronuncia luego en un español macarrónico: «a-fi-chio-nadooos». Pues sí, es bueno para el piloto porque se ver por primera vez cerca del título después de muchos meses, de horas de sufrimientos, de días en la fábrica y de esfuerzo para remontar una distancia que parecía insalvable. «Ahora estoy a tope, en mi mejor momento del año», dice el piloto, que analiza las curiosidades de la Fórmula 1.

«El campeonato dura nueve meses, no pasa en ningún deporte. Ni la Liga de fútbol es tan larga. No podemos estar al cien por ciento todas las carreras, vamos arriba y abajo. Es lo normal en todos los deportes. Y yo ahora estoy a tope, en un pico alto de motivación y concentración. Otros años, en septiembre, empezaba a estar cansado de tanto viaje largo, porque no tenía objetivos. Ahora no, este año es diferente. Me siento como si el Mundial empezase ahora y estoy feliz por irme directamente a Japón», asegura.

A pesar de que en algunos momentos del año estuvo muy lejos del líder, Fernando Alonso nunca perdió la ilusión. Sabía que dos o tres buenos resultados le devolverían a la zona noble. «Hemos visto que todo puede cambiar en un par de carreras. Después de Spa estaba en una situación complicada y ya se empezó a hablar de que estaba haciendo un mal año, que cometía demasiados errores. Y ahora, todo ha cambiado».

Más o menos los rivales de Alonso contaban con que podía ser superior en Monza. Pocos habían apuntado que el dominio continuaría en Singapur, una pista que no tiene nada que ver con la italiana. «Hemos mejorado el Ferrari, pero no podemos decir que tengamos más posibilidades de ganar por esta victoria. Todavía estamos cinco pilotos con opciones así que cada uno tiene el veinte por ciento. A lo mejor Webber un poco más, pues todavía puede fallar en una carrera y seguir con posibilidades», comenta el asturiano.

En Singapur Alonso ya ha ganado dos veces (2008 y 2010) además del tercer puesto logrado el año pasado. «No sé si es por alguna razón especial pero esta pista se adapta perfectamente a mi forma de conducir», señala, al tiempo que vuelve a responsabilizar al equipo de gran parte del éxito, como ya hizo en Monza después del gran cambio de neumáticos que le realizaron. «Esto es un trabajo colectivo. Del equipo y también de todos los que trabajan en la fábrica. Pero no nos podemos despistar. Tenemos que mantener este nivel de concentración y no cometer un solo error, empezando por la próxima carrera en Japón». Será el 10 de octubre.