El boxeo prácticamente ha desaparecido, pero además de literatura extraordinaria y cine negro fantástico ha mantenido en el lenguaje popular frases que es fácil recordar y que son pronunciadas en foros impensados como en los debates parlamentarios. En este sentido, también se habla de políticos estilistas y fajadores. Son las definiciones que cuadran a Pep Guardiola y José Mario dos Santos Félix Mourinho.

Es sencillo adjudicar ambas calificaciones. El catalán huye de las polémicas y en días que aumenta la tensión en el ambiente por el gran clásico ha recomendado que no se entre al trapo. Guardiola hay ocasiones en que también se pasa de exquisito. Sin embargo, nadie duda de cuáles son sus inclinaciones sociales, políticas y culturales. Mourinho piensa fundamentalmente en el fútbol y sus consecuencias.

El entrenador del Barça no pretende ganarse el galardón de mejor entrenador del mundo, aunque consiguió lo nunca visto al ganar en un año los seis títulos más importantes que se disputan nacional e internacionalmente.

Guardiola lee a los poetas catalanes. Martí i Pol, con quien ha compartido tardes de fútbol y poesía, le dedicó a él y a su mujer, Cristina Serra, su obra «Llibre de les solituds». El entrenador azulgrana siempre ha mostrado sus aficiones literarias. Su admiración por José Luis Sampedro y «La sonrisa etrusca», así como Quim Monzó y Ferran Torrent. Guardiola es comprador compulsivo de libros y su biblioteca alcanza todo tipo de géneros si tenemos en cuenta que también siente predilección por Truman Capote.

Quienes conviven en Can Barça con su trabajo destacan que es perfeccionista y que los Barça-Madrid le agotan. Trata de huir de las conferencias de prensa en las que se busca que cargue las tintas y nunca lo hace. El trabajo en que se sumerge diariamente es al servicio de la causa. Él fue recogepelotas en el Camp Nou y pasó por toda la escala social del club. Siempre consciente de lo que significa la entidad, sabedor de que es auténticamente más que un club y lo que ello significa. Guardiola se integraría si ello fuera posible en la selección nacional catalana. Es un trabajador del deporte, pero consciente de que su club no es uno más. Hay detrás una idea que aun cuando no la firmen todos sus socios es la que define su esencia. Ello no obsta para que en los momentos más complicados para animar a sus jugadores recurriera a la música italiana de Puccini con el «Nessun dorma» de «Turandot» y escenas de la película «Gladiator».

Mourinho no tiene más preocupaciones que las de ganar y ganar. Independientemente de dónde se halle no hay idea superior que la victoria. «Gracias a Dios me falta modestia. No ayuda nada». Tal vez la mejor cualidad humana del entrenador portugués es su sinceridad en muchos momentos. Además de que se confiesa muy católico y por ello recurre a Dios en muchas ocasiones. Sucede, sin embargo, que la sinceridad no es más que fiel reflejo de su carácter zafio y su verbo provocador.

Mourinho recibió buena educación por parte de su madre, maestra de profesión, y ello le sirvió para convencerse de que, como dice, un entrenador que no esté culturalmente a la altura de los tiempos está perdido. Mourinho advierte de que en su oficio hay que estar por encima de los futbolistas; quienes ahora ya no son la excepción con un libro en las manos durante la concentración. Su autor predilecto no es José Saramago, sino Gabriel García Márquez.

Mourinho ha hecho lo posible por hacer feliz a los medios madrileños al buscar la confrontación con Guardiola. No lo ha conseguido. Le habría encantado la pelea dialéctica.

Mourinho es gran trabajador, pero sus cualidades las difumina por su carácter tan complicado. Es mal encarado, egocéntrico, parece enfadado con el mundo, arrogante y soberbio. Tiene la ventaja de que triunfó en el Oporto, lo hizo en el Chelsea e Inter y ahora podría hacerlo en el Madrid.

Hay una enorme diferencia entre ambos entrenadores en lo exclusivamente deportivo. El catalán promueve la cantera y crea equipo con ella. Con gentes de la casa ganó seis títulos. Mourinho no ha conquistado nada sin que los clubes por los que pasó invirtieran grandes cantidades para hacer equipos de gran potencialidad.

Guardiola se deshizo este año de Ibrahimovic y a cambio fichó a David Villa y Adriano. Con Mourinho han llegado al Madrid Carvalho, Di María, Ozil, Canales, Khedira y Pedro León. La mayor inversión del fútbol europeo.