El comunicado del anuncio está preparado, y sólo falta que todo esté bien atado para lanzarlo. La escudería Hispania tendrá por fin se sede española. Las negociaciones van tan avanzadas que en el equipo barajaron hacerlo público el sábado pasado. La jornada de reflexión y la cita con las urnas los echaron para atrás, por la implicación política que podía tener el asunto, dado que contarán con el apoyo del Gobierno catalán. Aunque no quieren ofrecer detalles hasta la confirmación definitiva, Hispania estará en la provincia de Barcelona.

Es un triunfo de la familia Carabante, embarcada en un proyecto por el que se van muchos millones antes de recoger ganancias. Hasta ahora, sobrevivieron con su coche de motor y caja de cambios ingleses, rematado con piezas italianas y ensamblado con mucho ingenio español. Los acuerdos y el trabajo serán más fáciles con una sede fija y no como ahora, repartidos entre las naves alemanas de su director, Colin Kolles, y las oficinas del grupo empresarial que lideran los Carabante.

No lo celebraban todavía en Barcelona, enfrascados en la carrera del fin de semana. Abandonó el italiano Liuzzi, y el indio Karthikeyan acabó 21.º, el último de los que completaron las 66 vueltas. El objetivo inmediato es avanzar por delante de los Virgin y terminar, como la temporada pasada, por encima del equipo inglés. Tienen aún errores de juventud y contratiempos extraños, como el desajuste que ayer hizo que el asiento de Karthikeyan alcanzase una temperatura tal que le quemaba la espalda.

Pequeñas piedras en el camino de un equipo escaso de recursos pero sobrado de ideas y entusiasmo, que en los próximos días confirmará su nueva casa.