Oviedo, Mario D. BRAÑA

«Llegando a la cumbre, llegando a la cumbre, cinco horas y quince minutos del campo base. Te lo dedico, Joëlle». Jorge Egocheaga da sus últimos pasos en la cima del Ama Dablam (6.812 metros), jadeante, medio sollozando, siempre con el recuerdo de su compañera Joëlle Bupbacher, fallecida cinco meses antes en el Makalu. La proyección anunciada ayer en la sede de Cajastur se refería a la expedición al duodécimo «ochomil» del montañero ovetense, pero en realidad se resumió en esos segundos cargados de intensidad, por las imágenes, por el sonido y por lo que significaban: el dolor por la pérdida de un ser querido.

La expedición al Makalu de mayo pasado sería una más para Jorge Egocheaga si allí, en el campo 3, a unos 7.300 metros, no se hubiese quedado el cuerpo de la escaladora suiza Joëlle Bupbacher, muerta por agotamiento tras una ascensión que tuvo todos los condicionantes negativos posibles: frío intenso, viento y fuertes nevadas. Egocheaga y el zamorano Martín Ramos hicieron cumbre el 21 de mayo, pero como advierte el ovetense en la proyección «sé que la verdadera cumbre está tres mil metros más abajo». A partir de ahí, ni una referencia a la tragedia, ni a los desalmados que retrasaron el intento de rescate de su compañera.

Sí lo había hecho Martín Ramos, en la web de la expedición, tras descender junto a Egocheaga: «Cuando llegamos al depósito, al borde del glaciar, cerca del campo base, Migma nos espera y nos enteramos de que Joëlle está en el campo 3 con Horia, Peter y Pasang; piden oxígeno porque dicen que está agotada y no se puede mover, bajamos lo más rápidamente posible hasta el campo base llegando a las 15 horas a pedir ayuda».

En ese momento crucial, Dawa, uno de los sherpas, se ofrece para subir con oxígeno al campo 3, «pero el jefe de Jagged Globle, un tal Robert, le deniega el permiso para subir y Migma, el cocinero amigo íntimo de Jorge, se ofrece para subir el oxígeno a pesar de no conocer la ruta. Sale para arriba a las 17 horas y a las 22 llama por radio diciendo que está entre el campo 2 y el campo 3 a unos 7.200 metros».

«Está agotado ya que sube sin aclimatar y deja el oxígeno en ese punto. Jorge le pide que se baje al campo 2. La comunicación con Horia se pierde. Jorge, desesperado, vuelve a pedir ayuda a Jagged Globle, que vuelve a serle denegada. Pide ayuda a Fabrizio, a Steve House y a Marco Prese (otros montañeros), estos acceden a ayudarle y a las 00.30 horas salen para el campo 3, alcanzan los 7.100 metros a las 6, cuando ven bajar a Horia y a Peter. Joëlle había muerto de agotamiento en la tienda del campo 3 a las 23.30 horas».

Siete meses después, un 28 de diciembre lluvioso en Oviedo, Egocheaga vuela sobre las miserias humanas: «En el trekking de vuelta abandono mi entorno, cansado de vivir», es la única reflexión que deja traslucir su dolor por la muerte de Bupbacher. De inmediato, la conferencia da un salto de cinco meses: «En octubre, de nuevo en Nepal. Desde entonces no he tenido una noche tranquila. He vuelto en busca de un poco de paz, de sosiego. Necesito reencontrarme con las montañas, sentir su abrazo o su desaprobación».

Es un empeño tan íntimo que no quiso compañía: «Disfruto en soledad, necesito vivir el presente, aceptar un pasado que no tiene remedio y vivir un futuro incierto». Como homenaje elige el Ama Dablam, la montaña que se le resistió a Joëlle por un puñado de metros: «Nada material tiene importancia, ni el dinero ni el poder. No me sirve de nada. Voy a escalarla por ella». Los comentarios de Egocheaga se mezclan con imágenes movidas, con el sonido de la respiración dificultosa por la altura, todo captado por la cámara de vídeo que él mismo maneja. Tras la dedicatoria en la cumbre, Jorge Egocheaga comparte con el público de la abarrotada sala sus pensamientos más íntimos.

«Vuela lejos, vuela libre, tanto como te mereces. Vuela feliz, quizá algún día nuestros caminos vuelvan a encontrarse. (Joëlle) me había dicho que todo está escrito en las estrellas. Las montañas eran su pasión, su razón para seguir adelante en una existencia complicada», cuenta con la voz firme, para acabar con un mensaje en la pantalla: «A Joëlle, con todo mi amor y para siempre».