El Sporting bordea cada vez el peligro de irse a pique. Pero no lo parece. Un partido como el de ayer se vivió con una intensidad menor, casi como un trámite, a pesar de que lo precediera un cambio de entrenador, todo un acontecimiento después de que el cargo hubiera consumado la etapa de mayor estabilidad en la historia del club. El relevo no produjo el efecto reactivo que siempre se espera de semejante acontecimiento. Sobre el equipo, en el terreno, la tensión fue más paralizante que enervante mientras en las gradas prevalecía una sorprendente frialdad. ¿A tono con el ambiente? Pero mientras la alarma por frío rebaja su gradación, para el Sporting se encienden todas las señales indicativas de peligro grave.

LOS CAMBIOS DE TEJADA.- Era previsible que el equipo diseñado por Tejada se pareciera mucho al de Preciado. No había habido tiempo para otra cosa. Se pudo apreciar la intención de dar un mayor peso a Rivera, como escudo por delante de la defensa y primera fuente de creación de juego, para permitir mayor recorrido a André Castro y Nacho Cases. También se pudo adivinar que la función de abrir el campo dependería más de la incorporación de los laterales que de los teóricos extremos (ahora, interiores), De las Cuevas y Carmelo, que bascularían hacia adentro. Pero todo ello se quedó en poco más que un apunte porque el Sporting fue un equipo más preocupado por no cometer errores que por buscar el acierto determinante. Fue significativo el gran número de veces que, sobre todo en el primer tiempo, los rojiblancos retrasaron el balón a su portero, a menudo desde el centro del campo.

Con todo, la cosa estuvo a punto de funcionar con solo tres llegadas en el primer tiempo, dos por la derecha y una por la izquierda. En una ocasión Nacho Cases falló el remate, en la otra Andrés Fernández detuvo el tiro poco colocado de André Castro y en la tercera, la más clara, Carmelo acertó a tocar en boca de gol el buen centro de Cases y mandar el balón adentro. Lo más difícil parecía hecho.

SOLO UN GOL SIEMPRE ES POCO.- Pero si para el Sporting le resulta complicado marcar un gol, defender la ventaja se le está convirtiendo cada vez en algo más difícil, sobre todo si se limita a un trabajo de resistencia. La mejor manera de defender la ventaja de un gol es añadirle otro. Pero al Sporting actual le faltan ambición o capacidad, o las dos cosas. Osasuna había sido el mediodía de ayer hasta que quedó por debajo en el marcador un equipo atlético, con muchos centímetros y muchos kilos, pero más bien previsible, de modo que su capacidad para marcar parecía supeditada a que Lekic pudiera imponerse a los centrales gijoneses. Con Nino en el campo desde el comienzo del segundo tiempo para el Sporting surgió la preocupación de tener enfrente a un jugador que siempre le causa problemas. Y se los causó una vez más, siquiera fuera en dos ocasiones, ambas muy bien solventadas por Juan Pablo, con mayor mérito en la segunda. Esas dos ocasiones de Osasuna exploraron la debilidad del Sporting y se acabaron aprovechando de ella en una subida del lateral Marc Bertrán, cuyo centro a media altura cabeceó Lekic adelantándose a Iván Hernández, que había sustituido a Botía.

Se repetía así la situación del anterior partido en El Molinón, cuando el Málaga había logrado neutralizar una ventaja precaria del Sporting, solo que con más tiempo por delante para que los locales pudieran aspirar a una segunda oportunidad. Esta vez no la habría, sin embargo. Tejada había quemado prematuramente sus naves, sustituyendo a Barral por Eguren y haciendo debutar a Adrián Colunga a costa de relevar a De las Cuevas. Cuando al equipo gijonés le hizo falta buscar otro gol no tuvo con qué. Ya no contaba con el poderío anárquico de Barral (ayer, por cierto, sorprendentemente participativo) ni, sobre todo, con la posibilidad de que, a falta de juego colectivo, uno de sus jugadores se impusiera desde la nada en una acción individual, capacidad que queda reservada a De las Cuevas. A Colunga, en cambio, no se le pudo pedir nada. De él se sabe que es rápido y se desmarca bien, pero a esas alturas del partido el juego del Sporting le llegaba a contraestilo, con balones altos y frontales, inalcanzables entre las torres navarras.

Tras el gol osasunista el Sporting no logró crear una verdadera ocasión de peligro. Para peligro, el que le acecha de forma cada vez más acuciante si no reacciona pronto.

El gran minuto

DE PUERTA A PUERTA.- En torno al minuto 16 del segundo tiempo se vivieron los momentos más intensos del partido. Primero, ante la puerta de Osasuna. En un ataque del Sporting por el centro Barral se atrajo a la defensa y retrasó el balón a De las Cuevas, quien, desde fuera del área, disparó con fuerza y colocación con la izquierda. Andrés Fernández, en una intervención de mérito, mandó el balón a córner. En el saque de Nacho Cases surgió una nueva ocasión para el Sporting, pues Gregory ganó la posición con un poderoso salto y llegó sobrado al balón en el centro del área pequeña. Ya había conseguido lo más difícil, pero pifió el cabezazo y el balón le marchó fuera. La contra del equipo navarro se produjo con el saque y en pocos segundos dejó a Nino ante la portería gijonesa, algo escorado hacia la derecha. Iván Hernández llegó a tiempo de interponer el pie en la trayectoria del balón, pero lo que quizá hizo fue complicarla aún más para su portero, que ya había iniciado la estirada había abajo. Pero Juan Pablo rectificó con gran mérito y, levantando la mano, logró tocar el balón para enviarlo por encima del larguero. No se produjo ni el 2-0 ni el 1-1 pero fue el mejor minuto del partido.

SERGIO.- A sus 34 años el central osasunista es uno de los grandes veteranos de la Primera División. Y lo de grande no solo es por los años o la estatura sino también por el rendimiento. Ayer estuvo excelente en la función defensiva, tanto por alto como por bajo, y sacó el balón con solvencia, a menudo con cambios de juego largos y precisos a las bandas. Más de uno recordaría lo difíciles que para el avilesino fueron sus comienzos con el Sporting en El Molinón, donde una vez, abrumado por las protestas de un sector del público, llegó a pedir el cambio. Su trayectoria le avalaría luego. Le sigue avalando.